Los últimos días de la Robuloción
Nada le sale bien a Hugo Rafael. Después que Don Juan Carlos de Borbón, exasperado por la incontinencia verbal del Bocazas de Sabaneta, le espetó el famoso grito: ¿Por qué no te callas?, la vida le cambió, el santo se le volteó, a Ogum le salió Shangó y ahora debe enterrarse. Sobrevaloró su poder. Se ganó la enemistad encubierta de muchísimos Alcaldes y Gobernadores con la malhadada, infausta y nonata Reforma Constitucional. Luego de los resultados del Referéndum, que lo dejaron estupefacto, profundizó las heridas que abrió tanto en la etapa de elaboración del texto de la Reforma como en la campaña. Sobreestimó su posición, quería todo el poder para él, y menospreció a mucha gente que habiéndose enriquecido groseramente, y que a diferencia de él, que debe atender los asuntos del universo y de más allá, sólo están ocupados de atender sus parcelas, y no estaban dispuestos a entregarle el poder total y dictatorial a un hombre que se oponía a sus intereses personalísimos. El resultado fue desastroso para un proyecto desquiciado. Luego de ello ha ido de fracaso en fracaso, hasta llegar al desenlace. La guerra de exterminio que libra Álvaro Uribe contra las FARC, el más asqueroso grupo delincuencial del que se tenga noticia en la historia de la humanidad, se está convirtiendo en la última gota que rebosa el vaso de la caída de Chávez, a pesar del respaldo guabinoso de una oposición socarrona y entreguista, que en cualquier otro país deberían ser fusilados por no promover el enjuiciamiento de un desquiciado que puso en peligro la integridad y la vida de los venezolanos, que estuvo a punto de provocar que fuésemos sometidos por el hambre, y mejor no sigo escribiendo sobre éste punto porque se me revuelve el asco que siento por los militares venezolanos sumisos y sometidos a la voluntad del más funesto traidor a la patria del que yo haya tenido conocimiento, que cae una y otra vez en las trampas y conchas de mango que la inteligencia de los “oligarcas” bogotanos le ponen en su camino. Vienen muchas sorpresas. Ahora no estamos viviendo los últimos días de Pompeya. Víctor Hugo decía que “tan pronto una revolución se ha desviado, los báilese aprovechan del fracaso”. Las palabras sobran, estamos presenciando los últimos días de la revolución.