La patria herida
En innumerables veces quisiéramos dedicar esta columna a otros temas y situaciones, pero en estos tiempos de aguda crisis en una multiplicidad de aspectos no hacerlo es un acto de comodidad o más bien de irresponsabilidad con la historia, la familia, el país, la Universidad, con los venezolanos y con uno mismo. No hay la menor duda que los venezolanos nos corresponde vivir momentos de apremio y tensión que no había necesidad de experimentarlos, y que son derivados entre otras cosas, de malas decisiones, errores reiterados, falta de autocrítica y una carencia de visión, y responsabilidad de quienes nos gobiernan.
Insisto que la situación de Venezuela es particular, específica y suis generis. En lo político, padecemos de un gobierno que como nunca antes concentró el poder, con una notoria ausencia real de autonomía y división de los poderes públicos, desconocer la Constitución es una práctica habitual, y por sobre todo tenemos un gobierno cuyas ejecutorias están definidas no por sumar sino restar, por la diatriba, la falta de pluralismo y una impericia llevada a grados superlativos y que han guiado la acción del gobierno, que si bien ha ganado casi todas las elecciones, no es menos cierto que no ha podido materializar una gestión y logros, todos los problemas por los cuales fue electo Chávez aparte de estar presentes se han profundizado, los estudios y cifras son públicas y reprueban la gestión. Doloroso es reconocer que el gobierno en pleno hipotecó al país, al propio petróleo y economía y a “todos” los venezolanos nos toca recoger los vidrios y pagar los platos rotos de la toma de decisiones de un “grupillo” responsable del caos actual.
En lo social, la ineficiencia, la corrupción, el no lograr y materializar metas, ofertas y promesas ha generado el deterioro de la popularidad, la perdida de las esperanzas y expectativas reales de un número considerable de venezolanos que han tenido aspiraciones “reales” de vivir bien y mejor. No negamos que las misiones hayan atenuado los graves problemas de muchos venezolanos pero las necesidades del pueblo van más allá de paños de agua tibia, se requieren programas y políticas de Estado que permitan erradicar los problemas estructurales que tenemos tanto problemas de vieja data como recientes. Penosamente registramos mayor pobreza, aumento del desempleo e informalidad, malos salarios, convenciones colectivas vencidas y gas del bueno para quien reclame sean sindicatos, obreros, amas de casas o estudiantes.
En lo económico, este gobierno es protagonista y artífice de haber decretado la 5ta devaluación en una década, decisión que revela parte de las distorsiones actuales, ninguna devaluación es buena o positiva por Dios, y menos si no está acompañada de un conjunto paralelo de medidas y decisiones macro y microeconómicas, devaluación que se acordó como mecanismo para cubrir el déficits fiscal de 20 puntos del Producto Interno Bruto como consecuencia del despilfarro y gasto duplicado del año 2012 que fue un año electoral, a lo cual le agregamos una situación perniciosa de endeudamiento, improductividad, corrupción, inflación, escasez que conforman un círculo vicioso de la economía venezolana.
En lo militar, el gobierno y la administración pública tienen como nunca antes en nuestra historia republicana la mayor inversión de recursos en gastos militares superando a educación y salud, además en su roster tiene 8 ministros, 11 gobernadores, una veintena de cónsules y embajadores, una treintena de directores, 5 reformas a la LOFAN como manera de aumentar la intervención del ejecutivo en las FAN las cuales da la impresión que no están al servicio de la nación sino del gobierno y el llamado socialismo del siglo XXI, es innegable que contamos con una FAN ideologizadas, y que por ello han sido cuestionadas y sometidas al escarnio público, y que naturalmente con la ausencia del presidente, su liderazgo y comandante en jefe, se encuentran en una situación muy particular que no tiene antecedentes cuando justamente se cumplen 80 días de ausencia del presidente Chávez.
Lamentablemente la patria está herida por donde se le mire, precariedad institucional y jurídica, debilidad democrática, deterioro económico, que unido a un pueblo hambriento y la ausencia total del presidente Chávez, nos coloca en una situación muy delicada y apremiante, llena de incertidumbres porque justamente la revolución no tiene manera de revertir los daños y además no construyó institucionalidad, liderazgos colectivos y alternativas, simplemente es una lucha brutal por el poder. Frente a tal descalabro los venezolanos legítimamente merecemos un cambio y una transición. Veremos…
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes