Opinión Nacional

La batalla de los CFI

El CFI es la unidad política del poder popular destinada a satisfacer tres
metas trascendentales: (i) elevar la conciencia revolucionaria del colectivo
nacional mediante la difusión ideológica; (ii) capacitar a la comunidad
organizada para establecer las bases del Socialismo del Siglo XXI, haciendo
uso del estudio, la investigación y el fomento de la ciencia aplicada al
Proceso Bolivariano; y (iii) fomentar la nueva ética y moral revolucionarias
del pueblo venezolano. Metas a alcanzar mediante el logro de tres objetivos
fundamentales: (i) Difusión ideológica; (ii) Formación política y (iii)
Investigación teórica.

El primer paso a dar por quienes manifiesten su convicción y voluntad de
instalar un CFI, es captar a por lo menos diez (10) militantes
comprometidos, ubicar un local para reunirlos todo un día y proceder a
dictarles el taller de Difusores Ideológicos de la Revolución. Esto
permitirá que a partir de ese núcleo de diez, se le de inicio a las tareas
de los CFI: la prédica diaria de construir la ruta por donde transitar la
revolución. Hecho que nos conduce a ser perseverante en solidificar la
estructura ideológica del Proceso. Insistir en la difusión de la metódica
revolucionaria (de abajo hacia arriba) para democratizar el poder popular.

Por eso la constitución de los CFI llevan implícito en su misión la
alfabetización ideológica. Aspecto vital para alcanzar la conciencia
revolucionaria que todavía no dominamos. La alfabetización obliga al
estudio, la lectura, la discusión y la investigación. La alfabetización
ideológica nos genera la claridad necesaria para saber que sigue vigente el
sistema reformista que obstaculiza la consolidación de la Revolución
Bolivariana. En los CFI se aprende a pensar bajo los parámetros del nuevo
marco conceptual definido por el Presidente Chávez: (i) democracia
revolucionaria, (ii) socialismo del siglo XXI (iii) desarrollo endógeno,
(iv) pluripolaridad y (v) a partir del 2D, la coyuntura de las 3R: la
profundización del modelo Socialista. La acción de producción intelectual en
los CFI nos conduce al dominio de la conciencia revolucionaria.

No obstante, este dominio se logra si somos capaces de inventar las vías
para instalar los CFI en nuestra área de influencia. Quienes creemos en la
revolución bolivariana tenemos la obligación de proponernos a crear de la
nada, la infraestructura requerida para dedicarle, por lo menos, una hora al
día a: (i) enriquecer nuestro marco de referencia individual, (ii)
aprender a relacionar lo que observamos, (iii) procesar el significado de
los hechos sociales y (iv) emitir juicios con base en la ideología
bolivariana.

Ese espacio de infraestructura se traduce en una sala de una casa de
habitación, o en un local sin uso en horas de la noche, o un patio que
facilite la colocación de sillas y pizarra. La coyuntura actual le exige al
auténtico revolucionario abrir un paréntesis en su cotidianidad, para ir al
sitio de enseñanza (CFI). El revolucionario comprometido tiene que aprender
a analizar los acontecimientos políticos del momento, indagar acerca de la
situación geopolítica mundial, interpretar los hechos observables de la
escalada de acciones de los EE.UU., pedir opiniones a expertos y confrontar
posiciones. Con la instalación de los CFI, en todos las localidades donde
habiten revolucionarios, podremos entonces aprender a relacionar lo
abstracto (interpretación subjetiva) para producir lo simbólico (modelos de
análisis) y, como resultado de ello, elaborar conclusiones racionales
(conciencia revolucionaria).

La cultura reformista heredada (democracia representativa), vigente en casi
todos los niveles de la gestión del Estado, sigue operando como
«usufructuaria» del poder, inspiradora de la corrupción. El aparato
burocrático funciona con un alto porcentaje de elementos antichavistas. La
reforma, opuesta a la revolución, no sólo está viva en la práctica
clientelar del burócrata, sino también en individuos usurpadores de la
dignidad bolivariana y saboteadores de la revolución. Ideológicamente, esos
coleados dañan al Proceso. Lo desvirtúan permitiendo la existencia de un
quiste contrarrevolucionario amparado ante una citada institucionalidad
que no es más que el antichavismo puro. Sin embargo, ese quiste es
amputable. Se extirpa si el revolucionario se le contrapone con talento y
claridad ideológica. Los adversarios del Proceso, serán apartados de los
caminos del Socialismo del Siglo XXI que estamos construyendo los
comprometidos con el chavismo y la revolución, cuando dominemos el
conocimiento revolucionario. Cuando, por efecto de la asimilación
ideológica, podamos desarrollar plenamente el sentido de pertenencia a la
revolución. Cuando finalmente entendamos y practiquemos el Bien Común del
pueblo venezolano.

www.williamizarra.blogspot.com

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