Nada puede sorprendernos
Transcurriendo el año diez bajo el gobierno del régimen presidido por Hugo Chávez, no hay lugar para sorpresas. Mucho menos para esperar rectificaciones oficiales o propósitos de enmienda incompatibles con su temperamento y con los objetivos revolucionarios. En todas partes y en todas las épocas cuando toman el poder buscan el control total, absoluto, de la vida nacional. Del poder público y de todo aquello que desde una perspectiva independiente, no oficialista, es decir, privada, dificulte sus propósitos. La velocidad del proceso varía de acuerdo a las circunstancias. También la profundidad de las medidas necesarias para garantizar el sometimiento. En esta década hemos visto de todo en la búsqueda de ser dueños y señores del poder político, del dinero y del crédito de la república. El obstáculo mayor que han tenido está en ellos mismos. Jamás hubo una década tan desperdiciada como ésta y nunca antes Venezuela había sido gobernada por tanta gente ineficiente y corrompida. A falta de relevo oportuno han terminado convertidos en los grandes corruptores de la historia.
En este proceso han intentado repetir el manual. Por el origen electoral del primer mandato la revolución no fue violenta físicamente. El objetivo sigue siendo la destrucción de la democracia desde la legalidad misma. Liquidar el estado de derecho gracias a la impune manipulación de todas las ramas del poder público y, fundamentalmente, de los órganos de administración de justicia. Ejercen un control creciente de los medios de comunicación, arrincona la llamada oposición, desacredita a la Iglesia Católica, infiltra a las fuerzas armadas regulares con ánimo de purga y solapa en ellas irregulares que uniformados amenazan a todo y a todos. Hoy existen temores entre los regulares por la descomposición existente en los cuadros formales y por la existencia de verdaderas brigadas operativas sembrando terror y represión y, por supuesto, miedo en sectores oficialistas más prudentes.
Derrotado el 2D Chávez trata de imponer sus líneas socialistas en todos los campos. Provoca confrontaciones de otra naturaleza. La reacción unánime del país nacional, profesores, maestros, autoridades y estudiantes, padres y representantes en todo el país y en todos los niveles lo lleva, no al diálogo o la rectificación, sino a fugarse hacia adelante retando a que la oposición prepare otro proyecto y vayamos a un referéndum consultivo, como si esto fuera un problema a resolverse con unos votos más o unos votos menos. Es grave la insensatez de alguna dirigencia opositora que celebra esto como una derrota y se autoflagela por no tener proyecto alternativo para la consulta.
Creo que estamos en otro momento crítico, de coyuntura definitiva, con relación al destino del país. Venezuela no soporta cinco años más de la infinita miseria de este tiempo. Muchos quieren salir de esto, pero pocos creen saber como hacerlo. Este debería ser el punto central del debate para unir fuerzas y proceder.