Violencia Bolivariana
El hombre no está hecho para la paz confirma en cada una de sus actuaciones el Gobierno Bolivariano encargado de promoverla y no de negarla.
Cotidianamente los bolivarianos súbditos somos actores o testigos de una violencia institucionalizada, única institución que el bolivarianismo promueve.
Aviones, tanques, metralletas, policías doblemente armados como los investigados por Serpico, círculos bolivarianos defendidos y prepotentes ¿A qué no me quitas La Piedrita? desafían encapuchados a un gobierno impotente que cada día pierde la guerra que irresponsable desencadenó.
Las calles suplicantes, el pueblo demandante, los ciudadanos exigentes, reconocen que no es el siempre acusado Imperio lejano e indolente el que estimula la violencia de todos los días en nuestra Venezuela sangrienta.
Las lágrimas de madres, esposas e hilos se encargan de licuar el rojo rojito de la sangre que es el color innegable de la nueva Republica, de la revolución bonita que ensangrienta callejones, veredas, escalinatas, autopistas y senderos de una Patria Grande que se empequeñece enormemente cuando pierde uno de sus ciudadanos, ajusticiado por el malandraje, los sicarios, los vecinos guerrilleros importados y nacionalizados, la turba multa que se arroga una justicia inexistente, en fin, los diversos escuadrones de una muerte bolivariana que niega la vida, la existencia, el fundamental derecho de todo venezolano más allá de las listas oficiales en que aparece inscrito: nuestro otro y cotidiano certificado de defunción.