Opinión Nacional

Pompeyo Márquez: un honor

Cumple 86 años Pompeyo Márquez. De ellos ha dedicado más de 70 a la lucha política con dimensión social y sustancial acento humano. Ha enfrentado retos físicos e intelectuales que sólo la capacidad, la astucia y la suerte le han permitido sortear. Ha sido, es, un hombre de entrega vital a las ideas que defiende y por las cuales se ha batido con honestidad a lo largo de toda su existencia. Ha escrito, dicho y hecho.

La historia política de la Venezuela contemporánea es incomprensible sin su presencia. Márquez ha estado allí, en el ojo del huracán, buscando hacer historia por transformar una sociedad que ha considerado injusta en un país próspero y de todos.

Luego de una niñez rebelde, que sufre su primera cárcel en la época de Juan Vicente Gómez, se hace comunista. Se juega la vida desde ese bautismo. A partir de allí habla, organiza, estudia, escribe, lee, se esconde, hace familia, va nuevamente a prisión y sigue adelante. Son los años de la dictadura y contra ella se define y asume riesgos de vida con responsabilidad. Cae la dictadura.

Estamos en 1958. Crece la esperanza democrática dentro del “Espíritu del 23 de Enero”. Los comunistas son excluidos del pacto puntofijista que firman los partidos Acción Democrática, COPEI y URD, pero logran representación en las cámaras del congreso naciente. Desde allí como tribuna popular, aportan trabajo diario, ideas y proyectos con preocupación venezolanista. Paralelamente, en el mundo se vienen produciendo cambios políticos que encuentran repercusión en el continente latinoamericano. Se afirma que las condiciones están dadas para la insurgencia política armada y para la toma del poder. En 1959 Cuba se muestra como espejo roto en el que se sienten reflejados partidos nacionales y se levanta como faro de ejemplo en la política tropical. Toma cauce un singular período de nuestra historia: Los años 60. La lucha de Pompeyo Márquez continúa con nuevo rostro. Pelea, es perseguido, se disfraza, se esconde, cae otra vez preso, construye túneles y escapa.

Tiempo de derrotas y de reconstrucciones, de tránsito difícil hacia nuevos estadios de la lucha política. Exilio interior. Ruptura con el comunismo. Paciencia enjaulada. Aparición del Movimiento al Socialismo (M.A.S.). Pompeyo, como imán protagónico, hecha sobre sus hombros, que no son tan sólo los de él, el difícil proceso de componer en un movimiento político la fe aporreada de hombres que han creído y luchado por ideales ahora vueltos trizas frente a la fuerza de las evidencias. Día a día, en la oposición o en el gobierno, pasión constante. Cae la democracia.

El Pompeyo de hoy no ha cambiado en la médula, sigue siendo un político que no elude las embestidas. Que conserva la majestad de la política. Que pelea por lo que cree con franqueza porque no tiene flancos débiles. Que no se esconde ni huye de lo hecho. Que no lo ha cegado la ambición de poder. Que no se ha corrompido. Que cree en la conciliación a través del debate. Que es querido, respetado y enfrentado. No hay términos medios en las respuestas a su química personal.

Venezuela cuenta con un incansable trabajador por la libertad y por la democracia. Su energía se traduce en la labor que desarrolla día a día. Transmite confianza. Es amigo en todo trance. Es un honor para Venezuela tenerlo como hijo y un privilegio ser de los que lo acompañamos.

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