Opinión Nacional

Las armas de Coronel

Declaraciones del ministro.

En un país donde Adina Bastida ha sido vicepresidenta, Isaías Rodríguez fiscal general y Aristóbulo Istúriz y Adán Chávez ministros de educación. En un país donde el presidente se parece cada día más a Adí Amín y el ministro del petróleo es importador de caraotas negras. En un país donde el ministro del trabajo juega con su plancha en público, el canciller es un chofer de autobús y Arias Cárdenas es embajador.

En un país donde todo esto es posible, puede extrañarnos que el ministro de la defensa y general en jefe, Gustavo Rangel Briceño, se haya convertido en una nueva especie de gorila?

Aunque se parezca morfologicamente al resto de los gorilas (Gorilla gorilla) la nueva especie, el Rangelus bananensis, muestra algunas características especiales. Para comenzar, habla. Se sospechaba hace mucho tiempo que los gorilas podían hablar pero preferían no hacerlo para no tener que pagar impuestos. En un ambiente propicio, libre de impuestos y rodeado de animales, esta nueva especie simiesca ha decidido hablar.

Hace unos días dijo, por ejemplo, que “el poder militar es una herramienta de la política”, una declaración de conmovedora candidez. El poder militar, nos dice este ejemplo de calle ciega evolutiva, no es una herramienta de defensa contra los enemigos externos y el garante de las instituciones. Olvídense de eso. El poder militar es pa’ mandá, guón, ruge el antropoide batiéndose el pecho.

Por supuesto esta primera declaración del cuadrúmano lleva inevitablemente a la segunda: “No acepto esa visión cobarde que rehuye de las responsabilidades reales… los institucionalistas son unos burros que se niegan a aceptar la realidad”. Desde su resbaladero, situado en Fuerte Tiuna, el nuevo especímen de primate nos explica que la institucionalidad consiste, precisamente, en la negación de la institucionalidad. “Hoy tenemos una oportunidad y es política”.

Y uno se pregunta, oportunidad para qué? Y el simio responde: la oportunidad del militar venezolano es la de alzarse con el poder total, a fin de disfrutar de todas las bananas. No en vano se les pide a los países del Caribe que paguen el petróleo venezolano con bananas.

El Rangelus bananensis se quita unos piojos, antes de continuar con sus declaraciones: “Quienes no entiendan nuestro papel que se vayan…están fuera de orden, no entienden lo que está pasando”.

Pero, al decir esto, el Rangelus bananensis se equivoca. Ya sabemos que la llamada revolución no era para sacar a los venezolanos de la pobreza sino para convertirlos en una legión de limosneros. No era para elevar la dignidad del servidor público sino para crear un zoológico de la corrupción. No era para usar el dinero petrolero en el progreso del país sino para regalarlo a los amigotes del simio mayor.

Los venezolanos ya entendemos esto. Lo que no está claro aún es como vamos a reaccionar. Nos alzamos como seres humanos dignos para expulsar a los simios del poder, o nos resignamos a convertirnos en los cachifos de la república de los simios? Ya hay muchos cachifos de la oposición dando saltitos en búsqueda de cambures. El silencio de los venezolanos es atronador.

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