¿Qué, cuál, Revolución?
En Venezuela se propala desde el 2 de febrero de 1999 que el país vive una “Revolución”, que a veces se llama “El proceso”. Fue aquel día cuando el presidente Hugo Chávez, al juramentarse, denominó “moribunda” a la Constitución(enero 23,1961), la de más larga vigencia en nuestra historia, la que nos dio cuarenta años de estabilidad política, la engendrada por el “Pacto de Punto Fijo”(octubre 31,1958). Pero no hay tal revolución. Nunca lo ha sido, entre otras cosas porque los supuestos revolucionarios no viven como aquellos que las hicieron en el pasado. Marx y Lenin podría ser buenos ejemplos. Así la llamada revolución chavista se ha convertido solamente en “Acción y efecto de revolver o revolverse” o “inquietud, alboroto, sedición” que dice el diccionario académico de algunas aceptaciones de la palabra revolución, es decir, un caos, una anarquía, una época en que el país no ha sido gobernado, y ya han pasado nueve años de la llegada del presidente Hugo Chávez a Miraflores. Y a él nadie lo obedece, ni siquiera sus funcionarios y el país no puede señalar, como siempre sucedió antes, quienes son sus mejores ministros. En estos tiempos no ha habido ni uno solo que se pueda señalar como bueno y diestro. El único miembro del gobierno que cumple con su oficio es el teniente Vielma Mora, el Superintendente Tributario, un hombre sin duda bien formado y laborioso.
Pero sucede más, hay que meditar en ello. Si revolución, ya hay que escribir la palabra con minúscula no por lo que ha sucedido entre nosotros sino por lo acaecido en todo el mundo desde que se iniciaron las grandes huelgas contra el socialismo autoritario en Polonia en 1980.
Así la idea que toda revolución es un “Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales en una nación” o ”Cambio rápido y profundo de cualquier cosa”(Diccionario de la lengua española, ed. 2001, t.IX,p.1338) ya no existe, tanto que el maestro Arturo Uslar Pietri señaló, el año 2000, en sus diálogos con Rafael Arraiz Lucca,”Ahora hablamos de Revolución, es muy, curioso, la idea de revolución desapareció del mapa. En este momento no queda ningún poder revolucionario en el mundo” (Ajuste de cuentas, ed. 2001,p.48). Así ha sido.
Si es bien cierto que la palabra “Revolución” sólo se puede utilizar en Venezuela para hablar de la Independencia porque las guerras civiles no fueron revoluciones así sus caudillos las hallan llamado así. Fueron aquellos los días de la “guerra de los cien años”(Manuel Caballero) o “los días de la ira”(Antonio Arraiz).
Las señales del gran cambio se iniciaron en Hungría(1956) y en Checoeslovaquia(1968) lo que llevó a que las revoluciones contemporáneas iniciaran su ocaso con las huelgas en Polonia(1980), con la llegada de Mijail Gorbachov al poder en URSS(1985) y con su anuncio de la “Perestroika” y se remataron ampliamente con la Caída del Muro de Berlín(1989) y la llegada de la democracia a los países del centro de Europa, no sabemos por qué eufemismo llamados del “este”, expresión contra la cual han protestado tanto el checo Milán Kundera, incluso en una de sus novelas, como el polaco Juan Pablo II. También Susan Sontag lo registra en varios de los ensayos de su Cuestión de énfasis. Chinos y vietnamitas comprendieron bien eso y caminan por otras trochas políticas, ya no son naciones marxistas en la práctica.
Esas revoluciones, que sólo existen ahora en Corea del Norte y Cuba, se intenta establecerla entre nosotros, pero ello es imposible porque el sendero de la historia es el del progreso, la historia siempre va hacia delante, lo caduco se queda atrás y mucho de lo viejo y superado va a dar al “basurero de la historia” que dijo aquel gran revolucionario, el mayor conspirador del siglo XX como explicó nuestro Augusto Mijares, que lo fue de verdad, que se llamó León Trotsky. Allí han ido a dar todo lo funesto que tuvieron las del siglo XX que terminaron siendo no caminos para dar una mejor vida a las sociedades sino todas terribles dictaduras, situaciones invisibles como lo han podido comprobar los viajeros venezolanos que van a Cuba. Allí, pese a todo el petróleo y todo el dinero que les envía el comandante Chávez, de hecho Venezuela paga el presupuesto nacional cubano, la situación de la gente es desesperada. Basta pasearse por las calles de Santiago o La Habana para comprobarlo.
Así el fracaso de las revoluciones ha sido tan amplio. Y sus ideas no se pueden reeditar. El socialismo cayó por si mismo y fue el capitalismo quien ganó la contienda, casi sin hacer nada, sólo ofreciendo una sociedad competitiva a sus ciudadanos, democracia, bienestar y derechos humanos. Ese el camino del mundo en este comienzo del siglo XXI, a diez ocho años de derrumbe del muro y de todo tipo de autoritarismo. Lo que se ha impuesto es la concertación.
Es por esto mismo que el socialismo, que es un movimiento digno de estudiarse como proceso de ideas, proceso que terminó frustrado, fue imposible de realizar a pesar de los sueños que suscitó. Es por ello que no se puede revivir. Y es por ello que sabemos que el “socialismo del siglo XXI” del presidente Chávez no existe. Véase el rico análisis que sobre la imposibilidad de practicarlo hacen Freddy Muñoz y Américo Martí en su recientísimo volumen El socialismo del siglo XXI:¿huida en el laberinto?.(Caracas: Alfa,2007).
Pero hay más, y debemos decirlo, los llamados “revolucionarios” venezolanos de hoy para nada viven como los verdaderos revolucionarios del pasado, los auténticos. Los de aquí existen plácidamente, sin sacrificios, con mucho dinero, muchas veces producto de la corrupción. ¿Acaso saben como vivieron Marx y Lenin?. El sabio de Traveris, Marx, pasó la mayor pobreza durante sus muchos años de estudio y de la escritura de sus libros en Londres. Sobrevivió gracias al dinero que le mandaba su amigo y compañero Engels. Y después gracias a sus colaboraciones en periódicos norteamericanos. Y todo lo sacrificó por realizar el mejor estudio que se hizo en su tiempo sobre las sociedades de capitalismo avanzado. Y aquella sociedad capitalista que examinó desapareció con la crisis económica europea de 1873-96 y no con la Primera Guerra Mundial(1914-1918). De ahí en adelante sus teorías fueron historia. Así él pertenece a la historia no a otro lugar. Y Marx nunca pensó que escribía para Rusia. No pudo imaginar que allí fructificarían sus ideas, concebidas para implantar el socialismo en Inglaterra, Alemania o Francia. Pero allí en Rusia también aquellas ideas fracasaron, cosa que si vio Lenin. Pero el vivir de Marx fue tan austero que alguna vez su mamá le dijo: ”No escribas El Capital, Karl, haz un capital”. Y Lenin igual, todo lo sacrificó a la realización de sus ideales. Y en su largo destierro vivió en ciudades europeas las cuales se distinguieran por tener muy buenas bibliotecas. Si bien Marx fue muy mal político, no había nacido para ello, lo que le gustaba más era el silencio de las bibliotecas, sobre todo la del “Museo Británico” en Londres. Y Lenin siempre supo que su acción política debía ir a unísono con la preparación para la acción que iba a realizar. Y ambos vivieron en la pobreza, fieles a sus ideales. Todo esto lo avalan sus grandes biógrafos como el británico Isaías Berlín en el caso de Marx o gringo Robert Payne sobre Lenin.
Así, cerramos, la única revolución vigente aun hoy es la “Francesa”(1789). Sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad están vivos, ella nos condujo primero al liberalismo y más tarde al mundo democrático que vivimos. Sus grandes autores, sus filósofos(Rousseau, Voltaire, Montesquieu), están vivos, sus lecciones parecen ser perennes. De ella surgió el respeto del ser humano. De allí su vigencia, incluso dentro de lo que hemos denominado el nuevo liberalismo. Tan importante porque, como señaló Uslar Pietri,”el liberalismo es la flor de la civilización, el tolerar la divergencia”(Ajuste…,p.39).