Besos bolivarianos
Soy el Tirabesitos internacional, no hay insulto que profiera que no lo resuelvan mis labios encarnados y pardos, cansados de hocicar a cuanta mandataria hay en el universo.
Del registro de mis besos húmedos de saliva bolivariana, de mi bemba sin igual, no se han escapado ni la Reina de Inglaterra ni la Emperatriz del Japón ni la Princesa de Asturias ni la modelo espectacular, la única que se salvó fue la consorte del prepotente Borbón, el que manda a callar, que me volteó la cara en el postrero momento de mi impulso final, termine baboseando una mata de pelo real, cuya laca me dio alergia hidalga.
Pero lo mejor no son los besos que estampo fuera del protocolo sino los que prodigo por doquier después que me pongo relancino y contestón. Es que pasa y ocurre que se me alborota el no jile y me voy arrechando de a poquito, y me espueleo y se me sale el respondón, y le digo cuatro vainas juntas a la más pintada de las presidentas o de las primeras damas, aunque después tenga que recurrir a mis sensuales labios para resarcir al impetuoso bocón que soy.
Como soy entrometido y sabido tengo un arsenal propio y bolivariano de epítetos que uso a granel como si estuviera en el mero frente de batalla contra mi imperio favorito. Para muestra de mis vernáculos misiles verbales vayan estos apodos y calificativos que puedo usar indistintamente y a la velocidad de fusil ruso de repetición:
• Fascista
• Nazi
• Casquivana
• Meretriz
• Vendida al Imperio
• Lacaya
• Hetaira
• Señoruela
• Traidora
• Ingrata
• Pérfida
• Alevosa
• Infiel
• Indigna
• Felona
• Cobarde
• Capona
• Alcahueta
• Chismosa
• Mala madre
Dependiendo de la intensidad del insulto mis besos bolivarianos pueden ser en la mano, en el cachete, en la frente, en la nariz si me pelo, en la boca no porque todas esas bichas son muy feas para mí que soy el galán de la comarca continental, el favorito de las muchachas de Play Boy, la estrella de esta telenovela universal.
Zalamería, socialismo o muerte ¡Besuquearemos!