“Hay que dejarle lugar a la tristeza”
El 2014 llegó a su final. Un nuevo año, con pronósticos económicos no muy optimistas se instalan en las salutaciones de bienvenida a los primeros días del 2015. Comienzo y fin. Aunque se trate de un acto convencional, a través el cual asumimos que se cierra un círculo para abrirse otro, las personas no dejan de manifestar ese sentimiento que se infla entre la alegría y la nostalgia.
Adrián Liberman analiza este tema desde el diván donde escucha atentamente a sus pacientes, y frente a las expresiones de pesar y angustia que pretenden sabotear los instantes de felicidad, este psicoanalista, docente en las escuelas de Psicología de UCV y UCAB, y autor de la columna “El país en el diván”, en el diario TalCual, medita y aconseja dejar un lugar para que la tristeza se pasee en nuestras vidas.
Advierte que la negación de la tristeza suele ser contraproducente porque puede volverse más costosa para quien la padece. Dice que para la rabia y el dolor no hay medicina. “No se puede decretar ni obligar a alguien que busque una fórmula para controlarlos. Pero sí se puede aceptar al otro con sus diferencias y eso ayuda más a comprender la realidad”.
–¿En qué consiste ese duelo del cual se habló tanto entre quienes votaron en las últimas elecciones y hoy ven el país que se deshace en una tremenda crisis?
–Todo duelo consiste en aceptar la pérdida de un proyecto en el que se creía. La posibilidad de realizar los cambios que se deseaban. Racionalizar la vida política del país. Concientizar que hay que reconciliarse con el otro país que no piensa como tú. Buscar el dialogo y dirimir los conflictos.
–¿Cómo puede una situación adversa sumirnos en la depresión y la desesperanza?
–Hay tristeza cuando para algunos un proyecto al que le hemos apostado significaba mucho. Por eso mismo, hay que darle lugar a esa tristeza. Hay quienes piensan que es una mala palabra. Pero no. La tristeza te dice que lo que ha ocurrido es muy importante, es capital en sus vidas. Y la depresión tiene que ver con la experiencia de malestar que ampara el duelo. Todo eso es natural. Desde luego que hay que superarlo. Pero lo peor es banalizar el hecho. Hay que saber que lo que estaba en juego es importantísimo para la población. En posible que en algunos se pueda volver desesperanza, como una renuncia. Es una respuesta e inmediata porque además te encuentras que no puedes modificar la realidad. Pero para otros, creo que sirve de impulso para levantarse y proseguir. La tristeza y la depresión son respuestas naturales que no se pueden negar. Esa misma negación podría ser contraproducente y volverse peor para el ser humano y hasta más costosa. Lo que sí hay que combatir es la desesperanza porque debemos entender primero que existen otros que piensan distinto, y que hay que buscar mecanismos para modificar esta dura realidad, de manera pacífica y democrática.
–¿Qué decirle a la gente que a diario se siente agredida y hasta humillada?
–Esos episodios de odio hay que combatirlos y hacer que prevalezca la comunicación y la comprensión de que la diferencia no es una desgracia sino una posibilidad de convivencia.
–¿Qué diferencia hay entre la depresión que sufre quien ha tenido un pérdida familiar o pasa por un divorcio y la melancolía en estos días navideños?
–Mira, yo diría que pueden ser muy similares. La melancolía tiene que ver con la tristeza. El problema de la melancolía es que paraliza. Pero de alguna manera tienen puntos de contactos. Se puede perder a un ser querido, una relación de pareja y en este caso un sentimiento de pérdida de la patria, porque en este caso se apostó a un país distinto. Muchos creen en eso. De allí las similitudes y la necesidad de superarlos mediante el diálogo.
–¿Cuáles son las etapas de ese proceso psicológico que se inicia con la negación y termina con la aceptación?
–La velocidad del proceso varía según la persona. No hay una secuencia fija. Es necesario elaborarlo y usar el diálogo. Debe existir un plan de interlocución para entender el impacto de la realidad o la fantasía, que una nueva situación pueda tener. Hay que generar la respuesta individual, adaptada a la realidad. No hay recetas. Cada persona es diferente a otra.
–¿No sería como muy mezquino hablar de duelo, cuando una mayoría considerable está precisamente del lado de quienes festejan la llegada de un nuevo año?
–No. Es parte de una realidad. Hay quienes celebran y hay quienes lo viven de otra forma. Eso habla de la variabilidad de lecturas distintas. Quienes apostaron a un sueño y fracasaron tienen derecho a estar tristes. La tristeza es una emoción humana, como el amor, la alegría y lo que refleja es que se siente como una desilusión que no se consigue apaciguar. La tristeza refleja que no se obtuvo lo que se quería. Había una cantidad de deseos, expectativas en el evento que estaba sucediendo. Lo que no se ganó era muy importante, e incide en el acontecer de la vida de esas personas.
–¿Generan impactos psicológicos diferentes estas situaciones en la clase media y en los sectores populares?
–Las emociones no tienen nada que ver con las clases sociales. Habrá diferentes matices, pero esas emociones existen en cualquier extracto social. La clase socioeconómica no condiciona las emociones.
–Cómo psicólogo clínico ¿cuáles serían los consejos más prácticos para salir de estos estados de depresión?
–Aceptar lo que se siente, buscar interlocución, expresar con palabras lo que le pasa. La inversión en psicoterapia es una de las mejores inversiones. Rescatar la palabra para metabolizar lo que se vive y se aspiraba a vivir. Buscar interlocución con otros significativos. La comunicación con los demás, cura. Hay que buscar a otro con quien comunicarse y expresar sus emociones, lo que le está sucediendo. Todos esos elementos ayudan a superar la depresión u otro estado de ánimo. Necesitamos más intercomunicación, relativizar las verdades, someterlas a la comparación al contraste.
–Hay quienes aconsejan hacer catarsis ¿En qué consiste este proceso?
–Se trata de un proceso de descarga emocional. Lo comprendo pero no lo aplico. Yo aconsejo algo distinto: ir colocando los sentimientos bajo el precepto de afrontarlos, aunque pueda ser doloroso. Tener un interlocutor para entender la realidad. Es lo que llamo el arte de la realidad. Por lo tanto atender esa realidad ayuda a lograr que esa realidad se modifique. Hay quienes se sienten curados y hay quienes no se recuperarán jamás, porque creen que todo lo que está sucediendo es una catástrofe. Para otros es un evento que podrá sobrellevar pasado el tiempo.
–Pero, de una u otra forma resulta difícil…
–Claro que es difícil porque hay que enfrentar el escenario real. Los cambios humanos tiene vaivenes, procesos que lo facultan proceso que lo facilitan. Es una labor dolorosa. Un dolor que no se puede ahorrar sino se experimenta. Para la rabia o el dolor no hay medicina. No se puede decretar, no se puede obligar a alguien que busque una fórmula para controlarlos. Pero sí se puede aceptar al otro con sus diferencias y eso ayuda más a comprender la realidad.
Twitter: @elizaraujo
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