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A Ritmo de Mambo y de Rock And Roll

En Latinoamérica, se ha creado una gran expectativa con relación a la reanudación de las Relaciones Diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, y en lo que dicho histórico paso pudiera traducirse para beneficio de cada uno de los pueblos de la región, y más allá de las fronteras continentales.

La Isla antillana sigue siendo uno de los últimos vestigios comunistas del globo, que carga sobre sus hombros y en su historia un gran fracaso económico, social y político por más de medio siglo, sin olvidar un alto costo en vidas y de menosprecio de los derechos humanos de millones de connacionales opuestos a vivir bajo un régimen dictatorial. El segundo se mantiene como el líder del capitalismo mundial y gran defensor de la libre empresa, como de la economía de mercado. Se trata, pues, de sistemas antagónicos por naturaleza e incompatibles en su razón de ser y su operatividad.

Cuba, al borde del abismo, incapaz de automantenerse económicamente hace ya muchos años y a punto de perder su ultimo querubín financiero, Venezuela, además de presionada por la influencia de unos medios de comunicación electrónicos cada día más difíciles de bloquear cuando se trata de pretender aislar a sus propios habitantes, ha comprendido lo importante que es interpretar el momento, aprovechar las condiciones para no seguir profundizando su apego a las causas de su inocultable realidad de miseria, pobreza y anulación de la libertad. El Vaticano y diversos actores de la Comunidad Europea, además de Canadá, por su parte, aportaron lo que estimaron que les correspondía, para lograr el cierre de un capítulo de desentendimientos entre la Isla caribeña y el país más poderoso del mundo. Y 0bama y Raúl Castro, mientras tanto, supieron interpretar qué era lo que eso planteaba.

Para los Estados Unidos, la Isla Cubana, realmente, nunca fue una amenaza de mayor preocupación. Salvo durante el incidente o crisis con los misiles rusos durante la Presidencia de John F. Kennedy, época cuando se inicia el histórico bloqueo. Pero sí fue, siempre, una llaga en el pie para sus relaciones políticas, geoeconómicas y geoestratégicas dentro del territorio regional. En verdad, el péndulo de las conductas políticas de la zona, definitivamente, siempre ha estado allí, de un lugar a otro, haciéndole el juego a la alianza o a la adversidad, según el gusto -o la debilidad- ideológica del caudillo, del mesías, del neosalvador y hasta virrey del momento. Porque esa, en pocas líneas, es la esencia cultural política continental.

Lo que los actores del último episodio le han dicho al mundo, es que se está dando una apertura que implica la profundización y continuidad del obligado cambio político y social en la Isla liderado por Raúl Castro, luego de recibir el “testigo presidencial” -¿o dictatorial?- de su hermano, Fidel. Y que es un proceso que, obviamente, variará en su velocidad, dependiendo de las circunstancias y de si, realmente, quiere integrarse seriamente al coro del proceso democrático del resto de los países del Continente. Eso se iniciaría próximamente en Panamá, donde se reunirán todos los países americanos en el encuentro de Las Américas, a solicitud del propio Barack Obama.

Sin duda alguna, esto deja a Venezuela en una posición de orfandad política. Ya que su aliada, Cuba, que había venido siendo el soporte ideológico del Socialismo del Siglo XXI, y de la dialéctica del arranque “revolucionario” del Partido Socialista Unido, sencillamente, optó por otras vías, más allá de que se insista en decir que ese amancebamiento era inquebrantable.

Desde que 0bama y Castro hablaron, de inmediato, en Venezuela comenzó a fortalecerse el crecimiento vegetativo de fórmulas casi mágicas acerca de cómo es que “aquí se arreglarán las cosas”. Porque semejante deslinde tiene que traducirse en salidas en Venezuela. Y eso incluye, como era de esperar, que hasta aparezcan aquellos que consideran que a las Fuerzas Armadas Venezolanas, supuesto brazo fuerte del Chavismo, se les presenta la oportunidad de oro para que, en una posible salida elegante -y sin desconocer la vigencia de la Constitución- llamen la atención acerca de la necesidad de recomponer al país y de reorientarlo por la senda democrática; además de rescatar la utilidad de la descentralización administrativa del país, como la misma urgencia que la división de poderes. En fin, aportarle a Venezuela lo que la nación necesita, para que deje de recaer sobre la institución uniformada la responsabilidad absoluta de ser la verdadera culpable de que en Venezuela se haya establecido un destructivo y antinacional régimen inconstitucional. Además de reivindicarse ante sí misma a nivel institucional, al recordarse que en su historia hay un capitulo doloroso y glorioso, al haber tenido que combatir un intento fallido de invasión antillana a Venezuela, en el que murieron valientes soldados venezolanos en combate y defensa de la integridad territorial y la, para entonces, incipiente democracia.

0tros insisten en construir posibles escenarios nacionales, a partir del reencuentro diplomático a ritmo de mambo y de rock and roll, y dan como un hecho que el actual Gobierno tiene que estar descifrando y estudiando posibles caminos y alternativas políticas, para que no se le siga siendo visto solo y desamparado. Sobre todo cuando ya no puede seguir señalando como norte político el idílico Mar de la Felicidad Cubana, como lo mercadeaba el difunto Presidente Chávez. Porque, de continuar transitando por ese camino, lo inevitable es que se estaría exhibiendo más demostraciones de su fracaso gubernamental de los últimos 16 años.

Por otra parte, la opinión internacional, incluidos los antiguos compinches del derroche, sin disimulo alguno, ya le han comenzado a dar la espalda a aquel con quien ya no vale la pena la fotografía de la hermandad regional, mientras, es de esperar, su justificación del nuevo desplazamiento del péndulo ideológico, para no molestar inútilmente al “valiente Gigante del Norte”.

Lo cierto es que, para Venezuela, la Navidad del 2014 se hace presente ubicándole ante una situación crítica y, en extremo, complicada, además de muy distinta a aquella con la que concluyó el 2013.

Complicada, porque, por más optimista o soñador que se quiera ser, no es posible pensar en salidas y soluciones a las serias dificultades a las que se enfrenta, si el Gobierno insiste en negarse a promover un “vuelvan caras”. Es decir un viraje de 180 grados en su enfoque y concepción ideológica sectaria como se empeña en seguir conduciendo a la nación. Porque, en esas condiciones, no es posible esperar milagros, especialmente, en casos como el de los precios del petróleo.

El petróleo no subirá de precio a corto plazo. Esa fue una estrategia diseñada y planteada por los tres grandes gigantes productores, cada uno con intereses y razones geopolíticas propias. Arabia Saudita con la intención de mantener los precios bajos, en procura de evitar que USA, con las nuevas y sofisticadas tecnologías para la extracción, pudiera competir comercialmente y mantener así el liderato en producción mundial. Los norteamericanos, con su interés de convertirse en auto suficientes sin dependencias externas de hidrocarburos y restringir ese enorme egreso. Finalmente, los rusos, por depender en un 50% de sus ingresos de su industria petrolera y por razones geopolíticas también, por cuanto su influencia y poder económico, especialmente ante sus satélites y la Comunidad Europea depende de su producción. De hecho, el juego no le ha favorecido, toda vez que, con las sanciones impuestas por los Estados Unidos y la propia Comunidad Europea, la baja de precios petroleros ha golpeado duramente su economía, además de restado prestigio político a Vladimir Putin.

Venezuela, que desperdició ingresos y posibilidades comerciales concebidas y conducidas con una visión gerencial vanguardista, se ha visto inmersa, como baja colateral, en una batalla de gigantes. Eso la ha perjudicado enormemente, a la vez que su producción se ha visto mermada por incapacidad y falta de planificación. Todo, en su conjunto, ha mermado ingresos en no menos del 40%. Mientras que a un Gobierno populista, con ingresos reducidos, se le complica el respaldo clientelar popular.

Desde luego, a ese mismo Gobierno, al perder el respaldo y las simpatías mayoritarias, no le queda ahora otro recurso que apelar a la implementación de una costosa oferta de pan y circo, aunque sin poder evitar que la temeraria escasez y la destructiva inflación sigan creciendo a sus anchas. Por supuesto, eso no garantiza la anulación del crecimiento de una volátil y peligrosa situación social que pudiera no contener con el ejército en la calle, ni tampoco con los poderes públicos funcionando las 24 horas del día, de acuerdo a las pautas y órdenes que se emitan desde el Ejecutivo.

Este complicado panorama obliga a buscar soluciones nacionales, casi con carácter de urgencia. Y no hay otra salida que apelar al consenso, a la unidad, a la convocatoria de todas las instancias voluntarias y organizadas del país, antes que apelar a los artilugios a los que se recurre apresuradamente para mantener el control de las ya dominadas y sumisas instituciones públicas.

El odio no le garantiza soluciones a nada ni a nadie. Ese no es el camino. Tampoco el incansable y ya inútil llamado al revanchismo social y a la venganza política. Hay que rectificar, llamar a los mejores venezolanos dispuestos a darlo todo por el país. Inclusive, acudir a los países de buena voluntad, a organizaciones internacionales especializadas que, con su experiencia y vivencias, aporten las sugerencias y recomendaciones que hagan viable entendimientos y soluciones. No más arrogancias. No más presunciones de aciertos en el medio del fracaso. En Venezuela, el sol también sale todos los días, y lo hace ofreciendo oportunidades positivas para anular y neutralizar tempestades.

En el medio de la siempre presente esperanza salvadora que ofrecen las festividades navideñas y el Nuevo Año, bien vale la pena deponer actitudes incendiarias, sembrar armonía entre los venezolanos, y confianza de que los hijos y los nietos de las futuras generaciones, podrán vivir en un país de bienestar social para todos, si los venezolanos entienden que si Estados Unidos y Cuba pudieron, aquí también es posible convivir sin que eso implique claudicar.

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