La justicia y boliburgesía
Llevar a un presidente o ex presidente a la justicia ya no es algo imposible. Recientemente la justicia guatemalteca, solicitó y obtuvo de México la extradición del ex presidente Portillo. Otro caso reciente es el del ex presidente costarricense Miguel Ángel Rodríguez, quien renunció al cargo de Secretario General de la OEA para enfrentar la justicia en su país. Hay otros presidentes de la región presos, sea que enfrenten cargos como Jujimor,i en Perú o que paguen pena como Alemán, en Nicaragua.
Por su parte, Venezuela país que, en cierta forma, fue pionero con el juicio y condena a Carlos Andrés Pérez (CAP), ve con estupor, en una especie de telenovela «mayamera», la manera sistemática y organizada como la corrupta boliburgesía se entrelaza con altos funcionarios del gobierno bolivariano para expoliar las riquezas de todos los venezolanos.
El juicio de la maleta radicado en Miami, revela cómo esos boliburgeses se hicieron ricos, no a la sombra discreta del Estado, sino junto a sus altos funcionarios, en una especie de crimen organizado para la corrupción.
Recientemente, la fiscal general Luisa Ortega anunció que estaba investigando el caso y que había congelado los bienes de Moisés Maionica y Carlos Kauffmann, pero no de Franklin Durán, el único acusado. Habrá que esperar para saber si esto es una simple venganza por haber develado la corrupción del régimen o genuinamente será un juicio por corrupción que ahondará más aún en la mafia que une funcionarios públicos con los boliburgeses.
El caso pone en juego la independencia del poder judicial, ya bien comprometido, pues allí aparecen nombres de funcionarios públicos que van desde ex vicepresidentes a ministros, pasando por altos cargos en los servicios de seguridad nacional.
Los casos de los presidentes latinoamericanos presos y/o juzgados muestran independencia judicial. Independencia que fue necesaria para juzgar a CAP. Muchos piensan que esto fue el inicio de la decadencia de la 4ª República, cuando justamente representó uno de sus momentos de mayor institucionalidad. Lo que estaba débil, eran los partidos políticos, la dirigencia política que no supo ver más allá de su ombligo. No es que la justicia estuviera exenta de corruptelas, que siempre las hay, sino que había mecanismos para enfrentarla.
Este que podría ser el juicio del siglo, quizás no pase de ser otro mecanismo adormecer la justicia venezolana y darle largas al asunto.