Unidad de partidos y mercaderes
No es casual que muchos de los candidatos seleccionados por los auto denominados factores de oposición, lo han sido no por que posean el mayor liderazgo y aceptación en sus comunidades, si no porque disponen de cuantiosos recursos económicos, o manejan instituciones o Alcaldías con capacidad de otorgar jugosos contratos o cargos bien remunerados a los eternos mercaderes que comandan las desvencijadas franquicias en que se han convertido los viejos partidos políticos mineralizados o los nuevos que nacieron ateroescleróticos.
La falta de vergüenza de quienes acerbamente critican el nepotismo chavista y se irritan cuando se les echa en cara el desparpajo con el cual privilegian a sus familiares en el reparto de los más importantes cargos de las alcaldías que manejan, es intolerable. Y el colmo es que con dineros públicos, robados al pueblo, buscan consolidar una especie de feudalismo o la creación de principados, en los cuales sólo sus familiares tienen derecho a ocupar los cargos de elección popular en el ámbito de los municipios cuya propiedad pretenden adjudicarse abusivamente.
El divorcio evidente entre el propósito mercantilista de los partidos y los intereses sentidos del pueblo presagia un choque de proporciones catastróficas. Se están sembrando vientos y la cosecha que se augura puede llevarse en los cachos lo poco que queda de los cascarones vacíos en que han devenido las otrora formidables maquinarias partidistas que coparon la escena por tanto tiempo. Chávez se encamina a presidir una nueva y quizás su última molienda de liderazgos o de proyectos de liderazgo opositor.
La oposición, por su pésimo accionar, se ha convertido en el principal sostén de éste nefasto régimen, que está completando el proceso de destrucción de nuestra república y de expoliación de sus recursos. La opción salvadora de la patria debe insurgir de factores ajenos tanto al chavismo como a ésta oposición inepta. Debe aparecer una alternativa independiente no contaminada, en la que participe esa juventud excelentemente formada, junto a los ciudadanos de a pié que han madurado sus criterios políticos a la vista de tantas frustraciones y decepciones.
Del pasado debemos recuperar lo bueno y positivo, desechando los vicios y las perversiones. Del presente debemos sepultar la demagogia seudoideologizante, el afán de perder el tiempo en habladurías de paja inservible, el despilfarro irresponsable y criminal de los recursos del país y la despreocupación por la solución de los problemas concretos de la población.
No es la hora de fallar. Debemos darle una respuesta clara y contundente tanto a éste gobierno incapaz, corrompido y corruptor como a la unidad de partidos y mercaderes.