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Grandes figuras del fútbol dijeron adiós en 2014 (y II)

Nacido en Argentina Alfredo Di Stéfano,  quien jugó con el River Plate y también con el Millonarios de Bogotá, se radicó en  España, pasó por el Barcelona, poero echó raíces en el Real Madrid,  en el cual fue designado, luego de su retiro, como Presidente Honorario.

El 7 julio, en pleno Mundial de Brasil, el corazón de «la Saeta Rubia»  dejó de latir.

El Real Madrid se quedó sin el futbolista que cambió su historia. Su llegada al club blanco en 1953 procedente del Millonarios de Colombia dio un giro a un equipo que solo había ganado dos títulos hasta que llegó Di Stéfano. Cuando se marchó, en 1964, sumó a las vitrinas del Real Madrid ocho Ligas, cinco Copas de Europa y una Copa del Rey.

El fútbol de don Alfredo, el jugador total, le catapultó a la cumbre de uno de los cuatro grandes junto a Johan Cruyff, Diego Maradona y Pelé. Como recuerdan todos los que le vieron sobre el césped, estaba en todos los sitios. Elegante, incansable, táctico, mental, técnico y goleador, fue temido y respetado por rivales de todo el mundo.

Su gran decepción fue no disputar un Mundial. Viajó con España al de Chile, en 1962, pero una lesión le privó de jugar. El de 1958 se lo perdió por un mal partido contra  Suiza en la fase de clasificación. Pero, Di Stéfano, tuvo su momento.

El 24 de agosto de 1963 el mundo del fútbol se conmocionó después de que se diera a conocer la noticia sobre el secuestro de Alfredo Di Stefano en Caracas, durante su visita a Venezuela para participar en el torneo «Pequeña Copa del Mundo» donde participó junto a su equipo Real Madrid.

Un grupo perteneciente a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) sacó al jugador hispano-argentino de su habitación en el Hotel Potomac en San Bernardino, en lo que fue catalogado como un golpe mediático para dar a conocer la lucha guerrillera contra el gobierno del presidente Rómulo Betancourt. Fue liberado dos días después del secuestro y sin rastros de maltratos. Ese acto también dio a conocer a ¨Máximo Canales¨, cara visible de los secuestradores y que posteriormente, con su verdadero nombre, Paul Del Río, aquel guerrillero surgió como un cultor del dibujo y la pintura.

En Brasil, por segunda vez en la historia de un Mundial, se guardó un minuto de silencio en un partido. Fue en el  partido Argentina-Holanda. Antes, en 1978 ese honor lo tuvo Santiago Bernabéu, durante el Mundial de Argentina. Di Stéfano fue recordado del mismo modo que el hombre que le trajo a España.

Pero no solamente los madridistas sufrieron pérdidas importantes. El Barcelona, el enconado  rival de los ¨merengues¨,  sufrió la desaparición de unos cuantos. Uno de ellos, Tito Vilanova, llamó la atención por el fallecimiento de un hombre joven que no pudo ganar al cáncer contra el que luchó durante mucho tiempo.

El ex entrenador del técnico azulgrana fue uno de los artífices del mejor Barcelona de la historia. Fiel ayudante de Pep Guardiola, estuvo junto a él en toda la ristra de éxitos inacabables del club. Después, voló solo, para dirigir a un equipo que condujo hacia la Liga 2012-13.

Después de ese título, la enfermedad le obligó abandonar el cargo. No pudo con ella y el barcelonismo lloró la muerte de un hombre fundamental en los mayores éxitos del conjunto blaugrana.

Otro país con gran tradición futbolística, Argentina, se quedó sin el presidente de su federación de fútbol, Julio Grondona, al que solo la muerte le apartó de un cargo que ostentó durante 35 años de manera ininterrumpida desde 1979. Bajo su mando, Argentina ganó el Mundial de 1986 y perdió las finales de 1990 y 2014.

 

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