Precios del petróleo y democracia
Venezuela está viviendo un auge en los precios del petróleo. El precio, que a finales de 1998 fue menor de 10 dólares el barril, hoy, 14 años después, es algo mayor de 100 dólares, una multiplicación por algo mayor a 10 en términos nominales. Se trata de un auge con pocos precedentes.
En cambio la producción ha declinado. De los 3,3 millones diarios de barriles que se producían antes de Chávez hemos llegado a 2,47 millones. Por otro lado, el tamaño de las reservas naturales de petróleo se ha expandido en forma importante, lo cual no deja de ser irónico. Además, las importaciones de productos petroleros han aumentado.
Parte de nuestras exportaciones no se venden.
Se «regalan» en el acuerdo con el Caribe (Cuba y países del Caribe), y otra, la que se envía a China, es un préstamo que se paga con petróleo. Ello representa algo menos de la mitad de las exportaciones petroleras. El consumo interno está alrededor de los 750.000 barriles diarios o más. Sin embargo, el precio del petróleo es tan alto que seguimos funcionando, aunque con serios problemas. Es tal el nivel de importaciones (propiciado por el control de cambio y el ajuste retrógrado que ha experimentado el país) que hace escasas las divisas.
Un trabajo de Caselli y Tesei (2011), Resource Windfalls, Political Regimes, and Political Stability, aborda el problema de la relación entre los auges de precios petroleros y la democracia. Se trata de un modelo donde se combina las rentas de los recursos naturales, las dedicadas a la preservación del poder (pueden usarse muchos medios) y el consumo, con la posibilidad de que se presente un retador electoral. Si el retador tiene éxito, se transforma en el nuevo gobernante, y si no, sigue en el poder el antiguo gobernante. El trabajo práctico está basado en Polity 2, elaborado con la base de datos Polity 4.
INFRAESTRUCTURA DESTRUIDA Según este trabajo, en las democracias consolidadas los auges petroleros no tienen incidencia, ni en los regímenes fuertemente autocráticos, que continúan siendo autocráticos. En cambio para países que no son ni totalmente democráticos ni autocráticos, el efecto de los auges petroleros es claro: se hacen más autocráticos, profundizan su carácter no democrático. El «poder» reacciona dedicando más recursos a la preservación del poder, donde hay variedad de instrumentos, desde la compra de votos hasta mecanismos de coacción realmente fuertes. En las condiciones de auge de los precios del petróleo esta estrategia puede resultar exitosa.
Estos resultados son importantes para los venezolanos, quizás señalando caminos por donde pudiese estar marchando nuestro país.
Tenemos un país con una infraestructura destruida, las empresas de Guayana re-estatizadas, trabajando muy por debajo de su capacidad, y buena parte de las tierras productivas están controladas por el Estado.
Hay control de precios, se ha estatizado o confiscado un conjunto importante de empresas y existen diferentes tipos de regulaciones que abarcan el mundo económico, incluyendo el financiamiento monetario.
En general, se ha producido un profundo cambio institucional de carácter regresivo, que se ha ocultado bajo el auge petrolero.
¿Se seguirá marchando bajo el mismo derrotero? Por un lado existe la realidad del petróleo, proveedor de divisas, donde se vive un auge, pero insuficiente para satisfacer las necesidades. Al mismo tiempo, parte de la nueva capa social que comanda el país prevé llegar a una economía totalmente «controlada» en forma relativamente democrática, con cierto consentimiento popular. Sin embargo, la escasez de divisas (que son necesarias para este propósito) comienza a golpear fuertemente a los diferentes grupos sociales y está por verse cuál será la reacción del poder. Económicamente está planteada una devaluación, dejar los Bs. a 4,30 por dólar, y ajustar el aparato económico. Ya veremos qué deciden los que tienen que decidir.
Caselli, F., Tesei, A., (2011), Resource Windfalls, Political Regimes, and Political Stability, NBER WP