Contra la política menguada
No es fácil tomar decisiones mientras te caes por un precipicio . Es cuestión de un segundo o quizá menos realizar ese giro preciso del volante para evitar la caída y estrellar tu auto contra otro vehículo o tal vez una montaña. Si tienes asegurado el cinturón de seguridad podrías salir bien librado del impacto, pero lanzarte al abismo es una apuesta azarosa que no deberías tomar, sobre todo si viajas junto a tu mujer, hijos pequeños y uno de tus padres.
La petropolítica que nos bombardea desde Globovisión o Vive TV con gemela avaricia es una tentación muy fuerte, casi como un delicioso cinnamon roll con canela y chispas de nueces, para abstenerse. Las débiles y concretadas alianzas oficialistas, que desconocieron en muchos casos los resultados de sus elecciones primarias y las traiciones de poca monta entre los opositores de los municipios El Hatillo, Chacao y Alcaldía Mayor atestiguan que la inteligencia vuela bajito en algunas mentes del país… Pero no en todas, por eso la jugada abstencionista latente en estos atentados y en la moda “350” que se escucha a los declaradores de oficio debe ser atacada sistemática y cotidianamente.
El despeñadero institucional que refrendaría una abstención en la elección de los cargos municipales y regionales daría al Presidente un control mayor (siempre es posible darle más) sobre nuestra vida presente (ya lo tiene) y futura. Así, no es un asunto de cuánto podemos ganar votando o de que tan iguales son a veces son los candidatos de uno y otro bando (yo mismo me he descubierto pensando esto) sino de plantearnos una meta-país, una meta-familia y una meta-personal para superar estos tiempos de cinismo institucional.
La realidad, asegura el filósofo español José Antonio Marina, “está esperando que le indique cuál es mi proyecto para colaborar conmigo” y tiene razón, sólo debemos aclarar antes qué queremos para el país y qué debemos hacer para alcanzarlo en el tiempo que sea necesario.