Sobre abusos y mentiras
Uno se pregunta ¿cuál es el fundamento legal para que un ministro decrete un día no laborable? Por más que lo busque en la Constitución y en leyes, no lo hallo. Pero ya sabemos que, para los revolucionarios del socialismo del siglo XXI, la Constitución y las leyes no valen nada. Para ellos puede decretarse e imponerse lo que a ellos les venga en mente porque siempre han decidido lo que es o fue voluntad del comandante que para ellos es la voluntad del pueblo soberano.
Lo que quiere el ministro es que el viernes Caracas quede paralizada, con autopistas cerradas, para que el pueblo, en parte espontáneamente pero en su mayoría masivamente conducido, acompañe al féretro de quien quieren convertir en un mito, en un semidios. No parece tomar en cuenta el ministro que la voluntad de Chávez era que lo enterraran en su pueblo natal en Barinas.
La gran mayoría de venezolanos que disienten del régimen han manifestado respeto ante la muerte de Hugo Chávez. Los líderes políticos de la oposición han expresado públicamente sus condolencias a la familia del difunto y a sus numerosos partidarios. No se ha visto, que se sepa, manifestación de regocijo ante la lamentable pérdida. Pero he allí que dentro de la estrategia, diseñada por los hermanos Castro, de fomentar el odio contra los disidentes, se riegan mentiras y más mentiras. Se dice que la oposición estuvo de acuerdo con el concurso de los cuerpos de inteligencia de Estados Unidos e Israel para asesinar al presidente. Se dicen disparates como el de que la CIA le inoculó el cáncer o lo hizo envenenar. Pero, si quieren imputarle la muerte de Chávez a otras causas que no sean las de una terrible enfermedad, deberían culpar al gobierno cubano cuya pésima atención médica precipitó una muerte que, en condiciones normales del desarrollo de un cáncer habría tardado muchos meses más en llegar.
Aún no se sabe cuánto hay de verdad o de mentira sobre la enfermedad y muerte de Hugo Chávez. Lo que quieren los del socialismo del siglo XXI es valerse de ella para permanecer en el poder a toda costa.
Los abusos se aceptan ya que, por más que sean injustificables desde todo punto de vista, son muchos los que se benefician de los mismos. ¿A quien puede disgustarle que el viernes no tenga que trabajar y que, si trabaja, tienen que pagarle doble? No le importa un bledo al gobierno el daño a la economía de un día de paralización laboral. Me viene a la mente lo que dijo un embajador chavista, profesor de derecho internacional: “Cuando se hace una revolución no importa que se violen los derechos humanos”. Para los revolucionarios del siglo XXI el fin justifica todos los medios, incluso los más autoritarios, dictatoriales e irrespetuosos de la dignidad humana.
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