Dialogar no, denunciar sí
Lo repetido de las propuestas del gobierno y lo similar de las respuestas de la oposición, han logrado un efecto de fastidio y pesimismo en el ánimo de nuestros conciudadanos, que es poco menos que una “tortura china”, como se dice cuando algo tedioso sucede tantas veces seguidas que el cansancio agota y el deseo de tirar la toalla se hace cada vez más notorio, con tal de escapar de esa gota que, cayendo repetidamente, horada la piedra y vence las resistencias. Entiendo, no obstante, que no hay nada más terco, obstinado y difícil de modificar que la conducta humana cuando el sujeto no desea hacerlo. Ni la cárcel, ni el maltrato, ni las más probables expectativas lo logran.Cambiar la Venezuela actual a través del diálogo no es posible. Tenemos que darnos cuenta de que a la mitad de los venezolanos les gusta seguir padeciendo lo que vienen sufriendo y siguen aferrados a una esperanza de cambio que la otra mitad ya sabe que nunca vendrá. Cuál es cuál y en cuál se anota usted, es su problema; mi problema es decirle mi opinión sobre lo que está pasando y lo que no va a pasar en el futuro inmediato. Por supuesto, el resultado final no dependerá de mí, sino de todos, si es que decidimos cambiar de actitud y, por ejemplo, no seguir aceptando ese falso y degradante plan de dialogar propuesto por el gobierno.El gobierno no sabe dialogar y no le interesa; nunca le ha interesado, excepto para dilatar, distraer y coartar a la oposición. Esta vez no es diferente.La oposición debe oponerse, no argumentar de forma circular y reiterativa con el gobierno, tiene que informar y denunciar ante el país aquello que es importante para ganar la confianza del elector y mejorar la percepción de su labor opositora. Desenmascarar al gobierno de sus mentiras. Y si no se dispone de medios de difusión masivos, pues habrá que hacerlo de forma privada, personal, encubierta, clandestina y en voz baja. Hay que usar los medios electrónicos, las redes sociales y los mensajitos. Habrá que patear las calles y los barrios y reunirse con prudencia y contundencia. Pero dialogar, no. La resistencia no debe ser pasiva, debe ser muy activa. Las voces con las verdades deben escucharse continuamente.La clandestinidad y la presencia en las calles, son nuestros medios de comunicación más eficaces e inmediatos. Con perseverancia hay que dar toda la información crítica que se pueda conseguir. Se trata de hacer aparecer al gobierno como es, no como ellos quieren aparentar. No quieren dialogar, no nos quieren cuidar, ni proteger. No les interesamos sino en la medida que nos arredramos y nos retiramos de la contienda electoral y les dejamos el camino libre a su hegemónica, dictatorial y despótica actitud, desvinculada de la democracia y también del socialismo y el respeto por los derechos humanos.