Disparar primero, preguntar después
De acuerdo. Luis Suárez acumula seis jornadas de Liga sin marcar. Eso es innegable, como también es demostrable que ha sido el mejor artillero de todos los clubs en los que ha jugado. En el último, el Liverpool, cerró el ejercicio con 31 goles y 24 asistencias. Unas credenciales que le avalan y que deberían despejar cualquier duda. Aquí no hay ninguna.
No, por más que también sea verdad que Suárez se mueve por el campo como el ciudadano que titubea en la calle por haberse dejado el móvil en casa. Desconectado, no desde el punto de vista de la concentración, sino desde la conexión con los compañeros. Le es más fácil encontrarles a ellos, que a los demás encontrarle a él porque, en general, cuando se llama al gol todo el mundo busca a Messi.
Y esa es otra. Una tendencia global a la dependencia de Messi (402 goles en el Barça) que también se ha observado en el propio Suárez, a quien si de algo se le puede acusar, es de jugar más para el equipo que para él mismo.
La diferencia de lo que hacía en el Ajax, en el Liverpool o con Uruguay es que, en el Barça, cuando está a tiro de gol, Luis duda un instante entre chutar y/o pasar. Y un instante es una eternidad. Es meter o no meter.
No es al primero a quien le afecta ese síndrome de la excesiva prudencia y el respeto exagerado a Messi. Sin irnos más allá, ya vimos también a Alexis y Neymar jugar con el freno de mano puesto. Suárez, más pronto que tarde, debe soltarse y se soltará.
Tiene intacto el instinto asesino de los mejores artilleros de la historia y el éxito del empeño depende de su decisión. Luis no ha venido al Barça para hacer más grande a Messi, sino al equipo. Leo se bastaporsí solopara engrandecer su leyenda. Algo que, dicho sea de paso, es el único reto a la altura de su estratosférico nivel.
No. Suárez no es un problema. No ha marcado, pero marcará muchísimos goles. Momentáneamente, con el móvil en casa, está sin conexión con el golporque,viniendode donde viene y llegando cómo ha llegado, puede que todavía juegue condicionado.
Condicionado por no saber muy bien dónde juega. Y dónde juega está dicho en el doble sentido de la expresión. Lo que es y representa jugar en este Barça, y lo que es y representa no saber, todavía, cuál es, al cien por cien, suposición en el campo. En cuanto lo tenga todo claro, volverá a disparar primero y preguntar después.