Opinión Nacional

Verdades indecibles

Que la verdad duele, se dijo siempre a niveles más sencillos de lo humano. Para los filósofos y los teólogos, unos mas otros menos, es tema fundamental de sus reflexiones cuando del conocer, de la lógica, de la moral o del propio Dios, se trata. Complejo mundo que para la verdad tiene un universo aun inagotable, pero como bien sabido es, comenzó con los griegos y seguirá por siempre. La verdad en estos tiempos para lógicos y filósofos, bien es una forma, una cualidad, de las proposiciones bien es una correlación entre el enunciado y la realidad. Para este texto no constituye la reflexión filosófica o teológica el núcleo, sino más bien, las nociones que el ser social, su sentido común, maneja en esos casos. Para el pueblo llano, la reflexión sobre la verdad y la mentira van unidas, bien por oposición bien por vacío, pero en ambos casos la mentira, como el pecado adquiere dimensiones. Mentiras piadosas para el engaño intranscendente, sin consecuencias y las otras mentiras, las deliberadas, dirigidas a hacer daño al otro o a beneficiarse de esa conducta, obviamente, delictiva, desde la perspectiva del análisis ético. Pues bien, en la vida de todos los días, mentir puede ser una manera de no causar angustias al otro, por ejemplo, a la interrogante ¿cómo está tu anciano padre?, que agoniza, se responde, ahí va, mejorcito. La extrema necesidad de los más pobres, suele tener en la mentira su esperanza. O a los múltiples cuestionarios de novias, esposos celosos, se miente para quitarle las normales sospechas, aun en caso de infidelidad grave, ni siquiera para su defensa de quien miente, sea la digna dama o el recto caballero, sino para defender al ser amado. La verdad en casos como éste, puede ser trágica. Podríamos tomar decenas de ejemplos de muy diversa naturaleza y magnitud, pero sea suficiente esta interrogación, por buenas razones, ¿quién que es no ha mentido? Que tire la primera piedra quien, en tales circunstancias, jamás haya mentido!. Pues bien, para el común denominador humano, el embustero tiene en cada una de sus mentiras, una intención deliberada, salvo que sea un enfermo, un megalómano, un mitómano, por ejemplo. Esa intención tiene como su primer propósito, tal vez único, que se crea muchas veces más en quien lo dice que en cuanto dice. Presume el mentiroso que goza de credibilidad indiscutida e indiscutible. Un buen mentiroso tiene el mérito de creer él mismo lo que dice, creerse su mentira. En este caso hay una perturbación de su conducta que debiera ser atendida por especialistas para superar su crisis. La verdad, por el contrario, si bien da dividendos morales, éticos, suele, como primera reacción ante ella, provocar angustia, lo cual es bueno si estimula decisiones reflexivas, y es malo si provoca resignación, conformidad. En este mundo altamente complejo, entre la verdad y la mentira, se mueve el político. El demagogo, uno de los más destacados modos de ser de políticos, que no necesariamente del político, emplea la mentira como arma, recurre a la promesa redentora, salvadora, para crear esperanzas e incluso, para incrementar la fe en lo posible, que se presenta como objetivo de necesaria satisfacción. La mentira aquí se construye como respuesta a una necesidad real. Ayer, el hoy presidente hizo de la promesa de acabar la corrupción, en todas sus expresiones, una de sus mayores banderas. Y más en abstracto, con la palabra convirtió la justicia en posibilidad al alcance de todos. Ante el descomunal fracaso de Chávez en este trágico universo, factores de la llamada oposición recurren al mismo expediente, al mismo recurso, la promesa de extinción de la corrupción, de la inseguridad. Ni una cabeza adeca fue freída ni un solo corrupto de esta era es sancionado. La impunidad crece y se convierte en objeto de la demagogia. Probablemente si se dijese la verdad sobre este delicado problema, la demagogia se superaría, pero, la verdad da más rechazo que adhesiones. Pero quizá lo profundo de la mentira, para el caso del ejercicio político, está en haber convertido la política en un espacio natural de la mentira con la grave consecuencia de que el sentido común la asuma de ese modo. Y, lo que es peor, haber dado a la verdad un universo de relatividad o haberla hecho prisionera del líder supremo o de las direcciones grupales, de partido, etc. Puede demostrarse esta afirmación en las actitudes del señor presidente, tantas veces ficciones mitológicas, pero, del mismo modo en SÚMATE, autoerigida en el absoluto baremo de la democracia, dueños de la verdad. En el plano internacional las evidencias más crueles de este juego pueden observarse en los sucesos del 11S y la invasión a Irak, dos crímenes aparentemente distintos, explicados por cada actor según sus intereses. La mayor falsedad, asumir el terrorismo para aniquilar el terrorismo. Pero, para cubrir esta primera parte, sellemos con la sentencia, mas rápido se coge a un embustero que a un cojo, lo cual no niega que el cojo sea embustero o que el embustero sea cojo, lo que complica mas el asunto. Una de las grandes mentiras la constituye la denominada unidad de la oposición y, la otra, el discurso sobre el socialismo del siglo XXI. Éste se articula en el discurso único del señor presidente, cuyas características de una u otra manera hemos estudiado, pero que podrá resumirse observando que la imposibilidad de una definición coherente de socialismo le da necesariamente una praxis incoherente. Aquella, la oposición, también carece de un discurso medianamente coherente, pues fundamente su actuación contra Chávez, en la reafirmación de la democracia. Y la democracia como mero juego banal. Pero, la verdad es muy otra. El interés no está en hacer propuestas superadoras de la presente crisis, ni en dar vida cualitativa a la democracia, que impone el reconocimiento a la idoneidad ética, profesional, sino en adquirir nuevas cuotas de poder o conservar las que se tienen, habida cuenta que la cuestión real es el poder. La unidad se conforma no en torno a un proyecto, sino en torno a un fantasma de dos cabezas, derrotar el absolutismo de Chávez, la causa aparente de la unidad y, la otra, la real, cual la cuota de poder que se quiere alcanzar. En este juego no hay escrúpulos. Los intereses grupales desplazan cuando no niegan absolutamente el interés general. AD y COPEI, reeditan el pacto de punto fijo, allí donde tienen las posibilidades de imponerse. El caso de Mérida y de Táchira es una demostración inequívoca. El juego de PJ y del NT presenta verrugas que ocultan sus “razones” de poder mucho más que el debate de principios. Debate critico ante la sociedad con la sociedad. Diálogo de principios entre ellos. Los esfuerzos del NT por exponer su ideología, su teoría política, la democracia social, son muy débiles, mientras su competidor, el NT, reduce su fundamentación a la justicia, y ésta a mera formalidad jurídica. Por esta ausencia, trágica sin duda, la unidad entre estos dos vectores de la oposición, alcanza muchas veces más el objetivo de derrotar del otro en el presente y evitar sus posibilidades de futuro, que el enfrentamiento de un proyecto mínimo para la sustitución del propósito de Chávez. Los otros factores de poder, que no se ven o que se disfrazan u ocultan tras vestidores, tienen su propio juego. Los grandes medios de comunicación que niegan a Chávez, las iglesias, Fedecámaras, 2D., etc., han creado una unidad donde ellos imponen sus reglas. El objetivo último, la derrota de Chávez, el medio la unidad. Pero, la unidad acrítica. O, si se prefiere, dogmática. Muerto el perro se acaba la rabia. Chávez es el problema, la libertad reducida a mercancía, el voto a unidad de medida de ese mercado, constituyen las bases de esa, su democracia. Las necesidades reales, que están allí y que demandan respuestas con fundamentación científica y orientación ética, no aparecen o se banalizan. Y ello es así, porque la razón critica, ética, pondría en evidencia sus muy graves limitaciones y su, muchas veces, perversa dogmática, y, evidenciaría que el sentido final de esa tal unidad, es garantizar sus intereses, el disfrute del poder. En ese juego todo vale. El chantaje se incluye. La criticidad pone en peligro la unidad y ay! de quien la rompa, que merecerá el escarnio público y el castigo del voto. Se oculta el juego del poder concentrado en Caracas contra los esfuerzos de la razón que nacen y viven en la “provincia”, como les es grato repetir. Los objetivos finales de ese juego son mucho más complejos de cuanto ven los ojos a miradas primeras. Puestas al descubierto, algunos sectores de esa “unidad” tienen como meta cerrar al NT posibilidades, con ello matan con la misma piedra a dos pájaros incontrolables, a Chávez y a Rosales, si el juego queda en sus manos, pero en este caso, Chávez es el problema aparente y Rosales, con su NT, el problema capital. Ese neologismo, indecible, quiere llamar la atención, pues el ocultamiento será responsable en trágica parte de las frustraciones populares que tienen en la abstención no exactamente una arma, mas sí un medio, su único modo de expresar su rabia. Su justa ira. Tal vez quede tiempo para la redimensión de la unidad sobre bases éticas, y estas están muy lejos del bastardo juego del poder. Toca a nosotros exigir transparencia a quienes aspiran nuestro apoyo.

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