Venezuela en peligro de guerra
Los nuevos anuncios del régimen sobre planes opositores para matar a Chávez y de conspiraciones civiles y militares al servicio del gobierno americano, tiene propósitos concretos. Justificar la represión política, intensificar el uso de la violencia física e institucional para neutralizar la creciente disidencia sembrando el terror y lograr que la mayoría se abstenga de participar en el combate político y se neutralice para evitar involucrarse en “problemas mayores”. No hay un gobierno democrático, ni se respetan los derechos humanos fundamentales. El gobierno avanza en cuanto al control de los medios de comunicación, arrincona a los sectores claves de la oposición apelando al ventajismo máximo que está a la vista, trata de desacreditar a las instituciones privadas, arremete de nuevo contra la Iglesia Católica y hasta ha logrado convertir a la fuerza armada nacional en una pobre caricatura de lo que fue, sustituyéndola por mercenarios uniformados que bajo el pomposo título de “brigadas de reserva” se convierten en un verdadero ejercito paralelo. Paramilitarismo puro, organizado y dirigido desde la misma presidencia de la república.
Lo trágico para Chávez es que mientras más poder concentra, mientras más violencia verbal e institucional desarrolla como jefe del estado, más se aleja de una nación que lo rechaza con todas sus fuerzas. La gente está harta. Fatigada luego de diez años de tormento. Se acabó el amor que existía en amplios sectores populares y el interés, como sucede en algunos matrimonios pudo lograr que la relación se mantuviera, también desaparece ante la borrachera de tiranía, ineficacia y corrupción que imperan en la Venezuela de hoy.
Esta nación indignada no quiere ver muerto a Chávez. No quiere que lo maten. Hay quienes piensan que nadie debe hacerle ese favor a quien tiene tantas y tan graves cuentas que rendir, tantos delitos que pagar ante la justicia nacional e internacional. Democrática y constitucionalmente, más temprano que tarde, será sustituido y el régimen que preside terminará. Todos los caminos legales y éticamente justificables están abiertos para alcanzar el objetivo. Para la defensa de los principios fundamentales de la democracia y para la vuelta a la vida en libertad hay que votar masivamente en las elecciones de unos gobernadores y alcaldes llamados a ser los máximos protagonistas de la liberación nacional. Nada impedirá la victoria popular que se avecina en las urnas y fuera de ellas. Ni las mentiras, ni las calumnias, ni las maniobras calculadas, ni asesinatos selectivos físicos o morales, ni las amenazas contra civiles y militares patriotas, ni las arremetidas de las bandas armadas del paramilitarismo mercenario, uniformado o no, del régimen.
La plaza y monumento en homenaje a Manuel Marulanda en Caracas, el más grande asesino y terrorista del continente, además de ser un insulto a Colombia entera, es una declaración de guerra contra la Venezuela democrática.