Por qué conspira la oposición
Cada escenario generado por una coyuntura electoral produce en la oposición angustia y oportunidad. Angustia, porque se aproxima el inicio de una nueva fase del Proceso Revolucionario que va en la dirección de ampliar la fuerza humana y espiritual que lo sostiene. Angustia también porque presienten el inexorable momento que arranca otro período de definiciones teóricas y prácticas para implantar la nueva sociedad basada en el socialismo; y oportunidad, porque consideran propicio el momento para salir de Chávez y aniquilar la Revolución.
La coyuntura evidentemente asoma la encrucijada de las definiciones: revolución o contra-revolución. Persisten en la sociedad de hoy las condiciones culturales del modelo capitalista con una fuerte dosis de alienación. Hecho que se refleja en vacilaciones conceptuales que se prestan a la confusión y al efecto de los estímulos para la sumisión. Ese es un factor adverso que se combate con la ideología del SSXXI. Es un proceso de lucha que lo estamos dando y cada día ganamos espacio en la conciencia colectiva para asumir el socialismo como nuevo modo de vida. No obstante, es una circunstancia que apunta hacia la coyuntura para decidir que camino tomar: el de la contra-revolución que significa mantener la estructura capitalista subordinada al mando foráneo y el afianzamiento de los contravalores humanos que se derivan de sus prácticas contranatura; y el de la revolución, que es el cambio de estructura en todas las relaciones que genera el ser humano (producción, sociales, culturales y poder). El camino de la Revolución es el rompimiento de la alienación y la subordinación a los centros de poder imperial para establecer un nuevo modelo de sociedad basada en: (i) el Bien Común (amor al prójimo y buena voluntad), (ii) la democracia directa (transferencia de la toma de decisiones a la comunidad organizada), (iii) el poder popular (autogobierno), (iv) la emancipación plena del pueblo (libertad, igualdad, justicia, derechos humanos, ecología), (v) la pluripolaridad (rompimiento del unipoder absoluto e incentivar el surgimiento de múltiples centros de poder relativo), (vi) la defensa integral (preservar intacta nuestra soberanía nacional) y, (vi) la vida basada en la máxima suma de felicidad posible. Esta opción de la encrucijada es el socialismo.
Es a estos elementos definitorios de un nuevo modelo de sociedad a lo que le teme la oposición. Se desmonta una estructura que le servía a sus intereses particulares aunque ellos fuesen contrarios al pueblo; aunque esos intereses afectasen la emancipación, independencia y soberanía de nuestro país. Con la Revolución y mucho más en una nueva etapa de avance hacia su consolidación, a la oposición no le queda espacio. A las cúpulas que conducen a esa oposición se les agotan sus privilegios y el cúmulo de beneficios sectorizados que el modelo capitalista les arroja día a día. La oposición se queda sin ideas ni proyectos de transformación de la sociedad. Entonces, como no pueden solventar sus angustias ya que son incapaces de concebir vías diferentes al capitalismo y por lo tanto incrementar su posibilidad electoral, acuden a la conspiración para salir de Chávez. Toman la desestabilización haciendo uso de los medios de comunicación privados. Promueven la aplicación de las disciplinas fascistas, la intervención desobedeciendo, ofenden al Presidente y, a nivel internacional, desprestigian al gobierno buscando su derrocamiento.