Ciudadanos de primera
Creemos que fue el 11 de noviembre de 2011. Si, era viernes. En una urbanización del sureste de Caracas un grupo de catorce propietarios de bellas viviendas y dos dueños de terrenos sin construir, comenzaron a vivir una novela…real, impensable.
Todas las propiedades están situadas en, como dicen los mexicanos, un mismo reparto de la urbanización. Todas sus viviendas están situadas después de una calle que se desarrolla al borde de una quebrada. Esta, la quebrada, aloja viviendas irregulares y servicios que se construyeron desordenadamente y con la mirada “perdida” de las autoridades de todos los organismos nacionales, estatales y municipales.
Ese viernes, 11 del once de dos mil once, se derrumbó la calle y todas las viviendas quedaron aisladas. La comunicación se limitó a un espacio que apenas era peatonal. Algunos de los vecinos, ante los inconvenientes que se le presentaron, comenzaron un viacrucis que nunca imaginaron.
Las primeras llamadas y acciones se dirigieron a las empresas que les suministraban los servicios públicos de electricidad y de envío y recolección de aguas limpias y servidas, respectivamente. Inmediatamente se comunicaron con las “autoridades” municipales, estatales y nacionales a quienes le corresponde el cuido y mantenimiento de las áreas públicas de la urbanización. De una manera que podemos tildar de variada, fueron más o menos atendidos por las empresas de servicio. Se repusieron los servicios con instalaciones provisionales que todavía son las que reciben.
Inmediatamente, y después de llegar a la conclusión de que las llamadas “autoridades” no los iban a atender de manera adecuada, comenzaron a reunirse con cada una de ellas. No los molestaremos con una larga relación de reuniones tristes y frustrantes. El municipio aportó algunos dineros que no alcanzaron para mucho, era más o menos la quinta parte del presupuesto presentado. El resto de las organizaciones que existen para atender a los ciudadanos, mostraron poca capacidad de respuesta…o ninguna.
Los vecinos llamaron a técnicos que les propusieron soluciones. Los mejores hombres de la empresa privada y las soluciones más adecuadas…y costosas.
Para resumirles tres años de penurias, los vecinos resolvieron acometer las obras necesarias para resolver el inmenso problema. Entretanto, solo recibieron ausencia de sus representantes públicos.
En el inmenso lapso de tres años hubo inconvenientes tremendos. Imagínense, desde la semanal compra del auto-mercado, que era necesario transportar desde el sitio de la interrupción vial hasta la casa correspondiente, el peregrinaje para iniciar las diarias labores de cada quien, el transporte de los niños hacia sus escuelas, hasta el fallecimiento de dos vecinos por la simple razón de que, ante un infarto o un ictus, como se dice ahora, los impacientes afectados no pudieron recibir la urgente atención de una ambulancia. No se pueden imaginar los inconvenientes de atender un entierro desde una de esas viviendas.
Hoy después de tres años muy completos, si, más de mil días, es cuando con el concurso pecuniario y organizativo de los vecinos, se ha recuperado la comunicación vehicular.
En el ínterin, todas esas propiedades vieron reducir su valor a cantidades muy cercanas a cero. Y la vida de todos los ciudadanos ha sido infernal.
Entretanto, los habitantes de la quebrada argumentaron sus supuestos “derechos” que lograron atención y oídos de las llamadas “autoridades”.
Nos preguntamos: ¿Quiénes son los habitantes de primera? ¿Deben existir atenciones diferenciadas? Vivimos en un país triste, donde la igualdad es una quimera y la atención al ciudadano también pertenece al mundo de las mentiras.
[email protected]
@rafael862
