¡Qué pobre gobierno!
Ya el hartazgo de los venezolanos está llegando a su límite. La desvergüenza del gobierno al pretender condenar a tres humildes técnicos, a tres ingenieros de EDELCA, a que paguen todas las culpas de la irresponsabilidad y la locura del Presidente de la Republica y de sus subordinados inmediatos quienes no tomaron las previsiones correspondientes al mantenimiento y ampliación de las redes eléctricas del país. Desviar hacia Nicaragua y a otros destinos, transformadores y plantas eléctricas imprescindibles para solventar la grave crisis eléctrica del país, es el colmo del irrespeto a la inteligencia de los venezolanos.
Cuando nos llegan imágenes de los importantes desarrollos inmobiliarios y turísticos que se están construyendo en países como Dubai, Panamá y China, que nos asombran por su magnificencia y lo mas desconcertante aun es que cosas como esas han podido hacerse en Venezuela con mucho menos de los 10.000 millones de dólares botados en bonos basura argentinos, o los 40.000 millones de dólares que se le han regalado a Cuba. Sin contar la mil millonaria cifra en dólares que se le ha regalado a Evo y a todos los chulos de Suramérica y del mundo entero sentimos que tenemos un pobre gobierno.
Cuando vemos que nunca en la historia se había gastado tanto dinero en anillos y mas anillos de seguridad para el Presidente de la República, en complacer todo lo que pueda calmar su paranoia, para que a la lloradera perenne de que lo quieren matar, ahora el último descubrimiento es que el atentado lo haría una vieja margariteña que se encargaría de servirle una fosforera piche que le provocara una diarrea incontenible que acabaría con la vida del bocasucia mas grande que el mundo haya conocido.
El fantasma de Benito Mussolini removido del basurero de la historia por Rafael Poleo, pareciera que ha afectado a varios intestinos revolucionarios sin que la mortal fosforera margariteña haya sido necesaria. Los infartos anales están causando estragos en las altas esferas del gobierno y en la calle el pueblo cada día se va convenciendo de la magnitud de la estafa que se le ha inflingido a la confianza que los venezolanos humildes depositaron en Hugo Chávez. Ni un solo barrio del país puede decir que le han mejorado su calidad de vida. Entre los balandros, los apagones, el alto costo de la vida, el desastre de los servicios públicos y la gran desesperanza, la cruel desilusión de saberse engañados, estafados por quien creyeron un líder sincero que le daría un impulso al desarrollo del país, que construiría viviendas en cantidades que pudieran paliar el grave déficit habitacional del país, y lo único que saben es que se construyen con dinero venezolano urbanizaciones en Cuba, en Perú, en Bolivia y en otros países menos en Venezuela.
Quienes creyeron en Chávez imaginaron que su gobierno iba a impulsar el crecimiento económico y a crear miles de empleos dignos y bien remunerados y sólo consiguen trabajos temporales siempre y cuando se disfracen de rojo y cobrando a veces menos del salario mínimo. Ya en los barrios se hace rutinario escuchar que este es un pobre gobierno.