Opinión Nacional

Cuando él moría yo nacía

“Te doy una canción”, es el título de una creación poética extremadamente inspiradora de fuerza revolucionaria. Transmite emociones que nos acerca de nuevo a la lucha armada, a la búsqueda de caminos para cambiar la estructura de la sociedad en Venezuela. Melodía que nos ubica en el centro de la ruptura de los esquemas pragmáticos para sustituirlos por la ideología socialista. Todo eso lo genera escuchar a Silvio Rodríguez y evocar a los pioneros de este proceso.

Coincide este momento de remembranzas con el homenaje a Alfonso Rafael Lara Aguilar que prepara Calazán Martínez, excombatiente de la la guerilla urbana en Anzoátegui y ahora promotor del CFI en Clarines. Calazán nos convoca para que el 1/11 recordemos a este revolucionario caído durante el período de la lucha armada en los años 60. Alfonso Lara nació en Guanape, el 31 de Octubre de 1940. Adquirió sus ideas revolucionarias leyendo a Marx y Lenin a los 15 años cuando trabaja como mensajero. Fue estudiante de economía en la UCV, donde Francisco Mieres fue uno de sus maestros. Militó en el MIR con el grupo que liderizaba Moisés Moleiro. Participó en la guerrilla urbana en Barcelona y extrajo agudas conclusiones del Barcelonazo. Aprendizaje que unido al contexto político-ideológico nacional e internacional de la época tomó la determinación de irse a la montaña. Subió a El Bachiller en 1965. Se entrenó en comunicaciones y adoptó el seudónimo de “Guillermo”

Dos años de operaciones le llevó en convertirse en uno de los jóvenes de fino olfato e intuición para que con certeza pronosticara lo que podría suceder en Venezuela si llegara a triunfar la lucha armada. Escritos sobre estas experiencias de la montaña los guarda su hermana Haydee en Barquisimeto. Material que tiene que ser procesado en un corto plazo como documentación de esa época todavía ignorada por la verdadera historia política de nuestra República.

Alfonso Lara cayó en un encuentro con las tropas el Ejército en Macanilla, Estado Miranda; posiblemente el 31 de Octubre de 1967. Tenía 27 años al momento de perder la vida. Es muy probable que ésta haya ocurrido el mismo día de su cumpleaños. Lo que si es cierto es que en ese mismo año y en el mismo espacio territorial de combate, El Bachiller, quien esto escribe se encontraba allí mismo enfrentando a los guerrilleros. Fue a los 19 años siendo parte de la tripulación del helicóptero artillado de la FAV a la orden del Teatro de Operaciones Antiguerrilleras Destocaribe, (el Comando estaba establecido en Altagracia de Orituco con alcance operativo en los Estados Miranda, Guárico y Anzoátegui), presencié el desembarco de Machurucuto. Acto fortuito que hizo crujir, cuestionar y cambiar la rígida formación ideológica que habíamos adquirido en la EAM. Eso fue en mayo de 1967, de manera que en Octubre cuando deja de existir Alfonso Lara, mi espíritu, conciencia y vida material estaba en un momento de tránsito. Me batía entre la formalidad de la democracia representativa y el socialismo como cambio estructural para la emancipación del hombre. Mientras uno convencido entregaba su vida por la revolución, otro hermano venezolano, en trinchera de lucha distinta, comenzaba a nacer y abrazar los ideales por los cuales él murió. Espíritus de energía, muerte y vida, se encontraban para hacer posible el Proceso de hoy.

Este sábado 1/11 justificaremos a los inmortales y prolongaremos la esencia de la lucha por la Revolución. Siempre es bueno oír una vez más a Silvio.

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