Opinión Nacional

Plena conciencia de los peligros

Si en Venezuela se hiciera una consulta popular seria, transparente, regida por las normas elementales del pluralismo democrático que exige, entre otras cosas, imparcialidad de las autoridades electorales e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, no tengo la menor duda de que Hugo Chávez sería despojado de la presidencia y el actual régimen llegaría a su final. La caída arrastraría al más ineficiente de los gobiernos de la historia incluidos los tan inútiles como corrompidos gobernadores y alcaldes de este socialismo de pacotilla. No tendrían rincón del país, quizás del planeta, donde pasar la vergüenza de sus trayectorias los babosos diputados de la Asamblea Nacional, los alabarderos jueces del Tribunal Supremo, el Consejo Nacional Electoral tramposo e incompetente y los integrantes de esa cosa perversa y desviada de sus deberes que llaman “poder ciudadano” o “moral”. La responsabilidad, por acción y por omisión, del Fiscal General, del Contralor y de la Defensora del Pueblo, nuevos y viejos, los perseguirá por el resto de sus días. En sus manos se desmorona la república democrática de Venezuela.

Chávez sabe que cuanto digo es cierto. Como única manera de demorar la aparatosa caída que presiente apela a la amenaza, a la calumnia, a la mentira que le es tan característica, a la violencia física e institucional utilizando un lenguaje tan vulgar como él mismo, convocando a la guerra y a la muerte entre compatriotas. ¿Que más debemos escuchar, que cosa adicional deberá suceder para que los venezolanos entendamos que la solución tiene que ser ahora, antes de que sea demasiado tarde? No porque tengamos que padecer eternamente los arrebatos del forajido gobernante, sino por el daño cultural, institucional y cívico que se engrandece día a día colocando al país a la cola de las naciones y a los venezolanos en una lastimosa categoría de ciudadanos del mundo.

Chávez le está declarando la guerra a la nación venezolana. A los zulianos y a los margariteños, a los carabobeños, a andinos y llaneros, a los mirandinos y a los caraqueños, a todos cuantos rechazamos el socialismo comunistoide que pregona de manera insolente e inaceptable. Él está claro que perderá los estados fundamentales del país, que su fuerza electoral se reduce, que los candidatos que impuso de manera abierta y encubierta no dan la talla, que la felonía rapaz de sus colaboradores también hace negocios ilícitos con las actuales campañas locales y que su rol de portaviones terminó para darle paso al submarino en que se ha convertido esta caricatura de presidente que tenemos. También sabe que fuera del país se le está observando con atención. El expediente, ya de por sí muy abultado, acumula elementos sobre corrupción, narcotráfico, apoyo al terrorismo y lavado de dinero negro, para solo mencionar lo más resaltante. Es un delincuente internacional. La oficialidad responsable lo sabe todo. Calla y espera. ¡Las cosas no pasan hasta que pasan!
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