Agarren al ladrón
Quienes, en alguna ocasión hemos administrado dineros públicos y en permanencia nuestros particulares ingresos provenientes de sueldos u honorarios, hoy vamos de asombro en asombros ante la parranda organizada con el gasto público. No porque anteriores gobiernos fueran tan disciplinados cuanto el buen juicio aconseja, sino porque el actual ha roto cuanta marca previa de despilfarro, malversación y apropiación indebida del dinero de los venezolanos.
Ya resulta una extravagancia, que el bellaco rojo-rojito no ordene, frente a las cámaras de TV, la erogación de fabulosas cantidades, destinadas a sufragar gastos que van desde tapar los huecos de las calles de todos los centros poblados diseminados por nuestra geografía, hasta la adquisición de sofisticado equipo bélico, incluida la colocación de un satélite de uso múltiple. Todo ello saltándose a la torera las leyes que rigen la materia. De igual manera realiza modificaciones presupuestarias cuando le viene en gana y sin llenar trámites; a lo cual tiene que agregarse el presupuesto paralelo con cargo a lo que llama reservas excedentarias, manejado a su antojo, sin preocuparse por simular la existencia de algún control externo.
Por supuesto que en la tan denostada Cuarta República hubo casos de actividades fuera de control, pero no fue norma practicada desde el más alto sitial de la administración pública y, a todo evento, a la tostada se le veía el queso. Allí están las carreteras y autopistas, las vías de penetración agrícola, los hospitales, la planta física de instituciones educacionales de todos los niveles; la vivienda para campesinos, obreros y para la clase media; la actualización de puertos y aeropuertos según las exigencias del momento, las grandes represas y la red eléctrica nacional interconectada; la siembra de miles de kilómetros de acueductos; PDEVESA incluyendo El Tablazo, Jose e INTEVEP; el estímulo a la producción agrícola e industrial; el proyecto y construcción de las primeras líneas del Metro de Caracas; el complejo industrial de Guayana; el diseño preliminar de la red ferrocarrilera que uniría a Matanzas con Carúpano y Caracas, mientras otro ramal uniría el emporio guayanés con Puerto Cabello, cuyas primeras etapas están en construcción; las becas Mariscal de Ayacucho y las orquestas juveniles e infantiles Simón Bolívar, más las que no alcanzo a ubicar en mi memoria.
Esa inmensa obra material, ejecutada con los menguados ingresos que permitían los precios del petróleo y los impuestos pagados por la incipiente planta industrial y comercial, fue posible porque los presidentes conformaron equipos de comprobada competencia e idoneidad y cumplieron con la obligación de trabajar, dejando el ejercicio de la política partidista a los dirigentes de esas organizaciones y el discurso lo pronunciaron ciñéndose a las exigencias del protocolo o cuando fue menester por razones de Estado.
Hoy día, como queda dicho, el bellaco rojo-rojito ordena la reparación de las Unidades Educativas y entrega digamos 100 ó 200 millones de bolívares fuertes, los edificios continúan desmoronándose y el dinero no está en caja. Pero en lugar de ordenar, sí ordenar, a su sirviente Russian investigar la suerte del dinero “extraviado”, emite gritos destemplados en la plaza pública, ofendiendo a ciudadanos honorables, calificándolos de ladrones sin percatarse que está rodeado por delincuentes.
De suerte que, con esa actitud, el encumbrado bellaco interpreta el papel del campanero en las organizaciones hamponiles. Cuando están a punto de ser descubiertos gritan a todo pulmón: ¡AGARREN AL LADRÖN!….
REQUIEM PARA LEONARDO Concluyo este artículo a las 00:25 horas del día 21 de Octubre. Se cumplen 56 años del asesinato de Leonardo Ruíz Pineda, el Alfredo, de la resistencia contra la dictadura militar instaurada a partir del 24 de Noviembre de 1948. Ejemplo de lealtad, bondad y disciplina; analítico, valiente intelectual y de arrojo personal colindante con la temeridad. La herida permanece abierta y aún duele en lo profundo. Tu irremediable ausencia conmueve hasta las lágrimas.
