Lo de Chávez no es socialismo, es cinísmo con egoísmo
A quienes lo adversamos desde hace muchos años no nos sorprenden sus salidas, maniobras, declaraciones, arrebatos y vulgaridades, por muy estrambóticas, erráticas, escatológicas o contradictorias que puedan ser. Pero a quienes sí deben sorprender, es a quienes todavía manifiestan simpatía por el oficialismo, hasta obligarlos a evaluar sus posiciones de respaldo. A menos que se trate de absolutos alienados, incapaces de reconocer la falta de ética, el constante irrespeto a la Constitución y la zigzagueante ideología del caudillete, o de quienes, precisamente al amparo de esos vicios, han hecho negocios políticos y económicos, son cómplices directos del proceso de destrucción que ha victimizado a Venezuela en esta década roja rojita, y saben que mientras el iluminado permanezca en Miraflores, los que han saqueado al país tienen garantizada la impunidad y el disfrute del botín.
Chávez quiere que lo consideren demócrata, pero sus malas mañas lo desnudan como un pichón de gorila de mentalidad cuartelaria, que no ha podido darse sus gustos y caprichos autoritarios gracias a la tradición democrática que aun existe en el país, muy a pesar de él y de quienes le acompañan en su patética y fracasada gestión.
Chávez quiere que lo consideren Socialista, pero sus actuaciones y especialmente sus evidentes intenciones, lo presentan como un oportunista con ansias de poder ilimitadas, capaz de disfrazarse de cualquier cosa con tal de lograr su genuino y primordial propósito, perpetuarse en el gobierno. Cada uno de sus actos expresa todo lo contrario de lo que pontifica, propone el poder comunitario, comunal, popular, del colectivo, pero sus ejecutorias van en sentido contrario, ataca la descentralización, exige obediencia ciega a sus designios personales hasta en la escala municipal, el espejismo de comunicación constante que pretenden ser sus apariciones en cadena nacional de TV y radio, no permite la participación de más nadie, salvo excepcionales y muy cortas intervenciones, dirigidas a darle la razón en tono adulante.
Chávez quiere que lo consideren Bolivariano, se apropió de Bolívar, a falta de méritos propios, y explota su memoria y el respeto que sentimos por sus hazañas, parasitándolo. En el colmo de la desfachatez ha llegado a reinterpretar la sentencia bolivariana que denuncia a quien pretende «permanecer demasiado tiempo en el poder, él se acostumbra a mandar, y el pueblo a obedecer, de donde se derivan la usurpación y la tiranía». Haciendo acopio del cinismo que lo caracteriza, ha tenido el tupé de declarar que la frase de Bolívar no va con él, pues sólo tuvo vigencia en tiempos del enfrentamiento contra el imperio español. Ya algunos que hasta ahora estuvieron con el oficialismo, andan organizándose para oponerse al capricho sabanetoso de la reelección, precisamente en desagravio al gran caraqueño y por respeto a nosotros mismos.
Chávez quiere que lo consideren respetuoso de las leyes, pero desde su primera toma de posesión, en febrero del 99, ha venido burlándose de la Constitución. A la del 61 la llamó «moribunda» (y era una magnífica Carta Magna), a la que él mismo impuso mediante la Asamblea Constituyente del 99, la llama «Bicha». Forzó una consulta sobre una voluminosa Reforma, en diciembre del 2007, absolutamente inconstitucional, y a pesar de haber sido rechazada por la mayoría de los venezolanos, los rojos rojitos usan denominaciones no contempladas en el texto constitucional que no fue reformado, tales como Fuerza Armada Bolivariana y Gobierno Revolucionario. A través de Decretos arbitrarios buscan debilitar el poder de las autoridades de estados y municipios donde no hayan sido electos los candidatos que el poseso impuso, y ahora se quita la careta y él mismo le ordena a la marabunta roja rojita que conforma su audiencia cautiva donde quiera que le organizan un acto, que siempre es proselitista, que soliciten su reelección ilimitada, lo que ya fue negado en referendo del 2D. Su nuevo capricho express.
Apartando a los muy ignorantes y necesitados, esos que no saben de dónde venimos ni lo que ha ocurrido en el mundo los pasados doscientos años, cuya condición de miseria e ignorancia extremas los lleva a vender su respaldo político por una lavadora, una nevera, o su equivalente en efectivo, y apartando también a los que están disfrutando de las mieles del poder, a la sombra de Chávez y su acomodaticia moral, esa que le permite condenar sin pruebas a Rosales y exonerar sin investigación a su familia, declararse antiimperialista y venderle religiosamente a los EEUU todo el petróleo que requieran, los que permanecen aparentemente fieles al «proceso», por convicción y principios, imprescindiblemente deberían meditar esa posición, a la luz de la desmedida ambición de quien nada o muy poco ha hecho por resolver los graves problemas que aquejan a la mayoría de los venezolanos, alguien a quien aun le quedan cuatro años en la Presidencia, y en lugar de enfrentar ahora la Inseguridad, el Desempleo, la Inflación, el déficit de Viviendas, las carencias crónicas en la infraestructura hospitalaria y educacional, por nombrar parte de los graves problemas de los cuales nunca se ha ocupado, le exige a todos los supuestamente inscritos en el PSUV (ese es otro tema por descifrar todavía), que se dediquen durante los próximos meses exclusivamente a satisfacer, de nuevo, su capricho y conveniencia muy personal e individual, modificar la Constitución para introducir su reelección per sécula seculórum.
Chávez lleva Diez años como presidente (dos períodos de los anteriores), y no puede mostrar una Obra de Gobierno de la cual sentirse orgulloso. Las pocas obras que ha inaugurado ya estaban iniciadas o diseñadas antes de esta terrible y estéril década. Ha batido récords en materia de hablar paja, encadenar estaciones de radio y televisión, interrumpir eventos de elevada audiencia (juegos de pelota, telenovelas), viajar con abultado séquito a elevadísimos costos, besar niños y viejitas, asistir a Reuniones-Cumbres según él inútiles, cantar desafinado, echar chistes pésimos, regañar a los incapaces que él escoge como Ministros, insultar a opositores y disidentes, inventar necedades (gallineros verticales, cultivos organopónicos en plazas y parques, la ruta de la empanada, la Estación Espacial Apure-Amazonas, la promoción de la Coca, el socialismo del siglo 21), y en lugar de proponerse aprovechar los cuatro (insoportables) años que le quedan, en resolver parte de los problemas, que es la función esencial por la que ocupa la Presidencia, se ocupa y preocupa por garantizarse que se va a mantener en esa posición de perfecto inútil, despilfarrando el tiempo y el dinero (que se reducen). Ya pasó la época de las vacas gordas. Ahora, con buenos gobernadores y Alcaldes de la Oposición demostrando cómo es que se administran bien los recursos humanos y financieros, en contraste con la pésima y negligente gestión de los papi-papi que no dieron la talla, y el barril de la cesta venezolana en 35 dólares, a pesar del sistemático saboteo que iniciaron los rojos rojitos desde antes de tomar posesión los demócratas que el pueblo eligió (diferente a los títeres que el iluminado impuso, que le deben obediencia ciega y harán una folklórica labor en su afán de congraciarse permanentemente con «el que se reelige, el autoescogido»), ahora va a saber cómo es que se bate el cobre (ya los rojos rojitos saben cómo robarse los cobres).
En «el imperio» que le sirve a Chávez y a su «padre» Fidel para endosar las culpas, justificar las arbitrariedades y posponer las soluciones indefinidamente, dicen que «no hay almuerzos gratis». Extrapolando, diríamos que «no hay lavadoras gratis», y todos aquellos a quienes convencieron de ir a votar pasadas las 4 pm del domingo 23 de noviembre, mediante el respectivo chequeo de los que aun faltaban, ahora sienten en carne propia que ese voto tardío era apenas la primera cuota en pago por la línea blanca o el efectivo que recibieron de la «Revolución». El segundo pago se los van a exigir en pro del «sacrificio» de Chávez y su Obsesión-Compulsión por la ilegal Reelección. Quedan otros giros por pagar de esos electrodomésticos, canjeables por Concejales, Diputados y otras menudencias del Hombre Nuevo y su ideología malandra.
La era está pariendo un cagajón.