Opinión Nacional

Gobernar o improvisar

Los dos únicos proyectos urbanos de envergadura comenzados por el régimen chavista en el Distrito Metropolitano de Caracas en sus ya largos diez años de mando, BusCaracas y el Metrocable de San Agustín del Sur, dicen mucho de la forma de gobernar, si así se le puede llamar, de estas nuevas au-tocracias del siglo XXI. Aún con trampas, ellas están obligadas a procurarse un mínimo de legitimidad a través de las consultas electorales; pero como el sim-ple clientelismo y eso que llaman el carisma tienden a agotarse con el tiempo, aquella lógica las obliga a desarrollar obras generadoras de lealtades. Muy probablemente eso es lo que explica que, por ejemplo, el proyecto de BusCa-racas, listo desde hace mucho tiempo, haya venido a activarse apenas en vís-peras de una compleja contienda electoral y con signos evidentes de improvi-sación en la ejecución de las obras. Esto se refleja no sólo en los retrasos y la indisponibilidad de recursos en una época de abundancia, sino también en con-flictos con los afectados (vecinos y choferes de transporte colectivo que cubren la ruta en la actualidad).

El caso del Metrocable de San Agustín es aún más claro porque es evi-dente que no era esa la ruta más apremiante en términos sociales, sino que era la de más fácil ejecución. Además, es difícil determinar quien realizó el proyec-to específico, que de nuevo pareciera guiado sólo por consideraciones de rapi-dez y facilidad de ejecución. La impresión es que se trata de un proyecto-vitrina, destinado más a vender una imagen favorable del gobierno que a resol-ver problemas reales de la población.

De ambos hay que decir, además, que se trata de proyectos “descolga-dos”, no inscritos no digamos ya en un plan, ni siquiera en una visión global de la ciudad. Vale destacar que ellos están evidentemente inspirados en las expe-riencias de Bogotá y Medellín, pero estas son ciudades que no sólo contaban con los correspondientes planos generales de ordenación territorial, sino que ellos, además, se descomponían en un articulado sistema de planes sectoriales y especiales que abarcaban temas como el transporte y la movilidad, el espacio público, la renovación urbana y de los equipamientos y servicios entre otros. Adicionalmente, ellas habían sido objeto de intensas políticas de adecuación y modernización de lo que Antanas Mockus llama el software urbano: la reforma de la hacienda municipal, la educación de la ciudadanía para la convivencia y la tolerancia, el combate al delito de cuello azul o blanco. Todo ello, por su-puesto, comporta una labor de años que no se ve y por tanto no rinde votos, pero sin la cual las obras físicas (el hardware) está destinado al fracaso.

Este domingo elegimos autoridades municipales. Procuremos elegir go-bernantes verdaderos y no bufones de Corte.

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