Monocracia o pluralismo
Norberto Bobbio, uno de los grandes de la ciencia política contemporánea, ha utilizado, en alguna ocasión, el término monocracia, como sinónimo de autocracia, el poder concentrado en una sola persona, pero diferente del poder de la antigua monarquía absoluta, que dejaba espacio para la acción de cuerpos intermedios, como la Iglesia , la nobleza y las corporaciones. La monocracia moderna con vocación totalitaria, como la que estamos viviendo en Venezuela, es como diría Bobbio, “anticonstitucionalista” porque vacía de contenido a la separación de poderes, es antiliberal porque no respeta cabalmente las libertades, garantías y derechos de las personas frente al Estado, es antidemocrática porque degrada al pueblo al nivel de masa inerte y “aclamadora” del Caudillo y finalmente es antipluralista, porque el Estado pluralista es un Estado en el cual no existe una sola fuente de autoridad que sea omnicompetente y omnicomprensiva. Como nos dice Bobbio, un estado democrático pluralista debe respetar tres reglas:
1) “debe garantizar la existencia de una pluralidad de grupos políticos organizados que compiten entre sí, al objeto de agregar las peticiones y transformarlas en deliberaciones colectivas; 2) los votantes deben poder elegir libremente entre varias alternativas; y finalmente 3) ninguna decisión de la mayoría debe limitar los derechos de la minoría, en particular, se le debe garantizar a la minoría el derecho de poder convertirse, a su vez, en mayoría, en las periódicas verificaciones del consenso”. La monocracia, obviamente es también centralista y por tanto se opone a las autonomías regionales y municipales, porque disminuyen el poder del monócrata. Estoy escribiendo estas líneas antes de las cruciales elecciones regionales del 23 de noviembre, sin embargo tengo fundadas esperanzas de que el escenario político venezolano será más pluralista del actual, recordemos que, en el 2004, el oficialismo ganó en 22 de las 24 circunscripciones regionales ( 23 estados + la Alcaldía Mayor del Distrito Capital). El pluralismo saldrá fortalecido y la monocracia debilitada, particularmente si el morbo estúpido de la abstención y la antipolítica, que lo sustenta, se reducen entre los sectores medios de la población, especialmente en Caracas. El socialdemócrata alemán Eduard Bernstein dijo una vez:”Es una experiencia eterna el hecho de que todo hombre que tiene en sus manos el poder es llevado a abusar de él, procediendo así mientras no encuentre límites”. Por eso una de las razones por la cuales el sistema democrático es preferible a cualquier otro es que el control popular que la democracia permite ejercer es uno de esos límites. Por eso Bobbio nos dice que: “toda la historia de la filosofía política puede ser considerada como una larga y atormentada reflexión sobre el tema: ¿cómo se puede limitar el poder?”. Ahora el poder de un monócrata, con vocación totalitaria, que tiene el control de todas las instituciones del Estado, desprecia las normas constitucionales y tiene el enorme poder económico de un petroestado, sólo puede ser limitado por otros poderes, los poderes regionales y municipales pueden constituirse en una parte importante de esos límites, así como el resurgimiento de partidos políticos de masa interclasistas, organizados y que sepan “patear los barrios”. Por eso, es necesario el reencuentro de los partidos con la sociedad civil.