Elecciones y lecciones de 23n.
La jornada electoral registrada en Venezuela el pasado domingo 23 de noviembre de 2008, para elegir autoridades locales (gobernadores, alcaldes, diputados nominales y por lista) resulto ser una verdadera fiesta democrática, donde debemos considerar varios aspectos, lecturas y lecciones que a nuestro parecer conforman un avance democrático, en términos de ciudadanía, consolidación democrática y pluralismo político.
El proceso comicial tuvo un masivo respaldo y aceptación por parte de los electores. Registramos un salto importante en los niveles y cifras de participación, paradójicamente siendo unas elecciones locales en las que tradicionalmente la abstención sobre pasa el 50% o 60%, en esta oportunidad registramos una abstención cercana al 30%, cifra esta que nos refleja que la elección fue realmente valorada como importante y trascendental por parte del electorado venezolano, tanto de los sectores vinculados al oficialismo como a la oposición.
Otro aspecto que merece importancia esta en que esta elección fue forzada o convertida en una suerte de “plebiscito” por parte del presidente de la República quien intervino e hizo campaña como si se tratase de una elección presidencial cuando no lo era. Lo cierto es que esta bipolaridad entre oficialismo y oposición también se expreso y represento entre centralismo y descentralización, entre democracia y autoritarismo, entre lo nacional y lo local.
Las cifras y resultados deben ser analizados en detalle, con amplitud y sin miopía. Sin bien es cierto el oficialismo obtuvo (17) diecisiete gobernaciones, no es menos cierto que las gobernaciones obtenidas por parte de la oposición, son justamente en aquellos Estados con importancia en términos de polos de desarrollo, económico, petrolero, industrial, y por supuesto, mayor densidad poblacional y cantidad de electores o votantes, como es el caso de Carabobo, Miranda, Nueva Esparta, Zulia, Táchira y la ciudad capital donde se ganó la Alcaldía Mayor, El Hatillo, Chacao, Sucre, y Baruta.
Las cifras demuestran en su gran mayoría que el voto se ratifico como un arma y una instrumento poderoso de cambio en algunos casos, de premio a ciertos liderazgos y obras en otros, y también y fundamentalmente, de castigo a las pésimas gestiones de algunos alcaldes y gobernadores que contando con recursos aportados por el gobierno nacional fueron incapaces de producir cambios y mejoras de sus municipios y Estados, sumergidos en el abandono, la inseguridad, la miseria, malos servicios públicos y demás.
No podemos dejar de mencionar el papel prudente y de altura cumplido en esta oportunidad por parte del Consejo Nacional Electoral en todo el proceso de instalación, sufragio, escrutinio y totalización del proceso electoral del pasado domingo 23 de Noviembre, salvaguardando la voluntad de los electores y dando resultados con cierta prontitud, evitando situaciones de excesos vistas en anteriores procesos electorales.
En líneas generales el proceso electoral reafirmo la democracia y nuestra cultura política de participación, sino además, permitió producir un necesario y mayor equilibrio político electoral entre el oficialismo y la oposición. Hoy podemos decir que el contamos con una democracia y unos actores políticos mucho más plurales, que indiscutiblemente le imprimirán un matiz propio y positivo al sistema político venezolano.
Finalmente, la nueva arquitectura y mapa político electoral deberá sortear algunos inconvenientes referidos a los escenarios de precariedad, crisis y disminución de recursos financieros, déficit fiscal, inflación, devaluación y demás como rasgos que definen el escenario económico nacional y que sin duda afectara el correaje regional y municipal. No hay la menor duda que ganar elecciones es relativamente fácil, difícil es gobernar con criterios de eficiencia, transparencia y pulcritud, allí hay un gran reto para aquellos gobernadores y alcaldes de la oposición que les corresponderá gobernar y sentar precedentes y ser ejemplos para el resto del país.