Opinión Nacional

Chávez en bajada

En las elecciones del pasado domingo el chavismo ha sufrido un retroceso importante. Las gobernaciones obtenidas por la oposición tienen gran importancia política: Miranda, Zulia, Carabobo y Táchira son cuatro de las entidades más pobladas. Nueva Esparta, el mayor reclamo turístico del país, se mantiene en manos opositoras. También se logra un triunfo impresionante en la capital con el arribo de Antonio Ledezma a la Alcaldía Mayor de Caracas.

Hacer ejercicios de números para ocultar este franco avance de la oposición es inútil. Todos percibimos el ambiente de derrota que mostraban la noche del 23 los jefes del partido oficialista, hoy menos unido que nunca, el PSUV. En los lujosos salones del antiguo Hilton, Chávez quiso cambiar la realidad con frases hechas y números torcidos. Las declaraciones de Jesse Chacón y de Aristóbulo Istúriz, candidatos derrotados, coinciden: “la gente votó contra Chávez”.

Y es que aunque no estaba en juego la permanencia de Chávez en su oficina, él se encargó de darle a estas elecciones características de plebiscito. Pues bien, si tal cosa hubiese sucedido, Chávez mantendría el cargo por un margen nada cómodo. La suma de los votos de los candidatos del PSUV supera en pocos puntos porcentuales a la suma total de la oposición. Y si se suman a ésta los votos de la disidencia chavista (aquellos obtenidos por los candidatos del PPT, del PCV o de otros que mantienen su apoyo a Chávez), la diferencia se estrecharía aún más (54% a 46%).

En otros estados importantes en población también la diferencia fue pequeña. Si se dibujara un mapa proporcional, donde el tamaño de cada estado correspondiera con su población, el rojo-rojito oficialista disminuiría ostensiblemente. En tal mapa disminuirían su tamaño estados tan grandes como Amazonas, Apure, Guárico y Bolívar. Se podría ver, entonces, el verdadero peso de cada triunfo opositor. De manera que el número de 17 gobernaciones para el chavismo es engañoso: ganó los estados más despoblados y menos urbanizados.

También la oposición obtuvo triunfos resonantes en capitales de estado que sus alcaldías estaban en manos del chavismo como Maracaibo, Mérida y Ciudad Bolívar. Las estrechas derrotas en las ciudades de Barinas, Valencia y Maracay van a ser impugnadas legalmente porque los candidatos opositores han denunciado irregularidades.

Tales denuncias se hacen dentro de las condiciones de total inequidad que ha habido en todo el proceso electoral. Una vez más la directiva chavista del CNE mostró su eficacia para trabajar a favor de los candidatos del gobierno al permitir el abuso con los medios estatales y hacerse sorda ante los reclamos por la conducta incivil del Presidente y casi todos los altos funcionarios, quienes derrocharon los recursos públicos en favor de los aspirantes apoyados por el PSUV.

La propia presidenta del CNE, Tibisay Lucena, no pudo desmarcarse de su papel cuando no fue precisa al declarar el cierre de las mesas si no hay electores en la cola. Es sabido que esa circunstancia es la que aprovechan quienes tienen dos y tres cédulas para volver a votar.

El repunte de la oposición se debe, en parte, a que la mayoría de la población presenta una acentuada fatiga causada por el estilo pendenciero e intolerante del gobierno. Pero también al reclamo, ya poco disimulado, de los electores por las promesas incumplidas y la poca eficacia del gobierno para resolver problemas como los deficientes servicios públicos, la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento intermitente de ciertos productos de la dieta básica, la inflación y el desempleo crecientes. La paciencia del electorado se agota cada vez más y la gente se pregunta cómo es posible que sigan el financiamiento a otros países y el gasto militar innecesario mientras en Venezuela hay tantas dificultades para los más desfavorecidos.

Así continúa el derrumbe del mito de la invencibilidad de Chávez que comenzó a caer en diciembre de 2007 con la derrota oficialista en el referendo de la reforma constitucional. Estas victorias ponen en manos de la oposición (aunque los malos perdedores saqueen las oficinas que deben entregar) la administración de importantes recursos que -según sea su administración- podrán aumentar el apoyo popular en nuevos retos electorales.

Estos resultados constituyen una derrota parcial para Hugo Chávez porque él quiso convertir las elecciones en un plebiscito sobre su gestión y no logró un apoyo indubitable. En su partido y en los aliados aparecerán nuevas fisuras que tendrán como origen el cobro de la responsabilidad en la dirección de la campaña donde Chávez tuvo un papel estelar. Baste un ejemplo: en los tres estados donde más participó, recibió derrotas contundentes: Zulia, Carabobo y Miranda.

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