Las guerras del chavismo
A fuerza de propaganda y de la hegemonía comunicacional que facilita divulgarla con intensidad, mucha gente termina dándole credibilidad a las mentiras oficiales; y algo peor, a no darse cuenta de la destrucción sistemática del patrimonio colectivo en los quince años de chavismo.
Este hipnotismo colectivo dificulta que la oposición capitalice el fracaso del gobierno. No nos damos cuenta del efecto adormecedor de la propaganda oficial, y por consiguiente, nada hacemos para contrarrestarla. A esta omisión se suma el hecho comprensible de que los partidos nuevos, Primero Justicia, Voluntad Popular, Vente, etc., no tienen interés político en contrastar las realizaciones de los gobiernos democráticos con el despilfarro estéril de los gobiernos chavistas. Esta es tarea que correspondería a Acción Democrática y Copei, partidos que se alternaron en el ejercicio del poder.
La audacia del chavismo no se limita a hacerle intensa propaganda a obras no ejecutadas, a obras imaginarias. Vienen desarrollando al mismo tiempo una campaña masiva de prensa, radio y televisión para endosarle a la oposición la culpa de su incompetencia y de sus fracasos.
Los “apagones” que atormentan a los venezolanos serían ocasionados por la “guerra eléctrica” desatada por la oposición. La verdad es que esos apagones son consecuencia de no haber incrementado, en quince años, el potencial eléctrico nacional. La democracia construyó la presa del Guri, la tercera más grande del mundo después de las Tres gargantas (China), y Taipú (Brasil-Paraguay). Pues bien, la mayoría de las turbinas del Guri están paralizadas desde hace varios años por falta de mantenimiento. También construyó la democracia una gigantesca planta termoeléctrica (Plantacentro), y ejecutó así mismo la Red Interconectada Nacional, la que por falta de mantenimiento ha originado los apagones.
Por años Venezuela fue un país monoproductor, nos dedicamos todos a vivir del petróleo. Fue consigna de los movimientos democráticos la diversificación de la producción, sintetizada en la famosa frase “sembrar el petróleo”. Es así como innumerables jóvenes emprendedores se fueron al campo y lo pusieron a producir. Muchos alimentos que importábamos comenzaron a producirse en Venezuela, y en algunos casos con excedentes para la exportación. Ya no dependíamos exclusivamente de las exportaciones de petróleo para poder importar.
Las expropiaciones arbitrarias, las invasiones de tierra alentadas por Chávez y su prédica del odio, aniquilaron ese logro liberador. Volvimos a importar alimentos en grandes cantidades pagándolos, por supuesto, con los dólares generados por las exportaciones de petróleo. No es la “guerra económica” de que tanto habla el gobierno la causa de la escasez, el desabastecimiento y la inflación galopante, la culpa es de Chávez y de su heredero.