Opinión Nacional

Basura, criminalidad y desvergüenza

A veces, cuando hemos traspuesto con alguna largueza el Cabo de Buena Esperanza, imaginamos haber visto todo lo relacionado con la conducta de los actores políticos. Craso error. Porque la mutación de los seres es constante y cuando los humanos activan en política, sano es prever un bandazo sin previo aviso. Ahora bien, siendo que la mayoría de las veces tales violentas inclinaciones, a babor o estribor, tienen que ver con asuntos tácticos o ideológicos de segundo nivel, por más desequilibrios que puedan ocasionar, no llenan de asombro al ciudadano de a pié y mucho menos a quienes, de alguna manera, navegan por esos mares procelosos.

Lo que es muy poco común y que asombra a viejos, mezzo viejos y jóvenes, es la desvergüenza utilizada a modo de arma arrojadiza, cuando de afrontar responsabilidades político-administrativas se trata. Y ese es el deprimente espectáculo que han montado Jessi y Diosdado, alabarderos del régimen bolivariano e íntimos del Bellaco en Jefe, a partir de la derrota que la civilidad les propinara el 23N.

Quienes por diez años han desempeñado cargos de altas responsabilidades por la libre, sin controles con tufo de obstruccionismo y con presupuestos mil millonarios, cuya incompetencia permitió el derrumbe de toda la infraestructura de servicios (salud, aseo urbano y domiciliario, seguridad ciudadana, etc. y etc.) aposentando la concusión en todos los estratos de la administración pública y ahora, una vez desalojados por la voluntad ciudadana de los cargos que mancillaron, se presentan ante el país, con la más repugnante desvergüenza, para exigir a quienes, en fecha reciente los sustituyeron: eficiente funcionamiento de los hospitales; puntual recolección y disposición final de la basura, así como control de las calles y disminución de la actividad criminal desbordada.

Pretenden hacer olvidar que lo atinente a salud y seguridad ciudadana forman entre las atribuciones confiscadas por el Bellaco en Jefe y que el acceso a la Planta de Transferencia “Las Mayas” les continúa siendo vedado por Jorge Rodríguez, Alcalde del Municipio Libertador. Son patéticos.

Y usted se preguntará ¿Qué autoridad asiste a semejantes bergantes para exigir nada, cuando son ellos quienes están obligados responder por los daños causados a la ciudad? Más bien deberían mantenerse callados, cuidándose de que la desbordada criminalidad no los remita a un colapsado hospital, cuando no a la morgue; o de ser confundidos con unas bolsas de basura y vayan a parar en el vertedero “La Bonanza”, el hábitat que mejor les acomoda.

Pero esa son las inevitables pataletas de quienes saben que serán aplastados por la voluntad ciudadana, al enfrentar la artimaña referendaria. Porque NO es NO.

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