¿Venezuela es de todos?
Debía de serlo pero el sectarismo oficialista no lo quiere permitir, apenas acaba de terminar un proceso electoral con o sin talante democrático y justo, donde la oposición alcanzó cinco gobernaciones, y Chávez anda desgañitado tratando de negarle recursos, instalaciones y llevando a cabo medidas que no sabemos si realmente se encuentran dentro de las normas constitucionales. A pesar de que los cargos son de elección popular, conculca lo que el pueblo les otorgó. Entretanto propone su elección indefinida. Siéntese dueño de este país, de sus recursos y quizás de la voluntad de sus habitantes, extrañamente plantea una lucha de clases, cuando a partir de su mandato nace una nueva clase social con privilegios que nunca antes se vieron en la historia de este país.
Los nuevos gobernadores y alcaldes de la oposición deberán darle una lección a los demás de cómo se gobierna con honestidad, de cómo se invierten los dineros públicos, de cómo se atienden a las comunidades y se proveen de los servicios necesarios. Posiblemente dé origen a una emulación entre los alcaldes oficialistas de procedencia honesta, que viendo florecer a sus vecinos; tendrán que trabajar, mostrando sus logros. Y no penosamente continuar la desidia de diez años de engaños, de planes y proyectos incumplidos. Fracaso tras fracasos aunque el “oro” sobrara, yendo a dar a los bolsillos de los “misioneros de la revolución”. Lo que les niegue Chávez a los gobernadores electos por el pueblo, tendrá que ser compensado por las comunidades organizadas para llevar orden y disciplina, y hasta sostenerlos si fuera necesario con recursos propios. Que se note la diferencia entre quienes trabajan con recato y quienes no, forzando a que los nuevos funcionarios vengan de donde vengan cumplan con sus entidades. Si Chávez se empeña en procurar que Venezuela no es de todos, manteniéndose en una posición intransigente y discriminatoria, las nuevas autoridades regionales deben señalarle la verdad sin caer en los mismos desbarros. Venezuela será de todos cuando se empiece a impartir justicia, y fondos en forma igualitaria.
El pueblo podrá apreciar los logros de sus elegidos de ahora en adelante si estos le cumplen, y si el gobierno central les niega sus providencias, se obligarán organizándose en función de proteger intereses colectivos.
El reto será grande para el oficialismo con una década perdida de indiferencia y destrucción; sin poder justificar un bolívar “fuerte,” adonde fueron a parar los tantos ingresos de la renta petrolera. Sólo ruinas, basura, inseguridad y carreteras abandonadas, somos un país de damnificados, bajo permanente presión emocional por los disparates “revolucionarios”. Llegó la hora de las cuentas claras, de mostrar algo y no disponerlo en beneficios particulares. Arrogándose los dineros de los venezolanos como propios. Será el cambio que aparecerá aunque el Presidente se encargue de desdibujar el sosiego de esta nación. Observando las dos versiones de Venezuela, la devastada y la que aspira su reconstrucción. Será palmario para todos, desmanes y provechos, el ocultamiento tendrá que desaparecer, advirtiendo como los gobernadores y alcaldes de la oposición fructificarán sus regiones. Si hasta el momento no hemos conocido un funcionario eficiente de esta “revolución”, en adelante podremos mirarlos entre la oposición. Es el reto de la Venezuela de todos y libre, contra los pocos que pretendan seguirle secuestrando sus instituciones naturales. Este planteamiento es válido para los muchos oficialistas descontentos y que quieran preservar el futuro de esta Patria. Quienes acaricien sucumbir en sus propias hogueras también podrán alcanzarlo, siguiendo los malos ejemplos del “proceso”, las ordenes contrarias a la voluntad popular y a la Constitución. Eso de escamotearle lo que por derecho le corresponde a los funcionarios de elección popular, es lo mismo que ya viene haciéndose, “esquilándoles” los ingresos de la renta petrolera al común de los venezolanos y regalando los fondos públicos en el exterior, aupando inexistentes dignidades.