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Colectivos, buhoneros, motorizados y policías
La percepción general de los venezolanos sobre los colectivos, buhoneros, motorizados y policías es negativa. Algunos llegan a decir que todos son unos malandros, que los colectivos deben ser disueltos, los buhoneros prohíbidos, los motorizados restringidos a uno solo por vehículo y con permiso limitado de circulación por ciertas vías y hasta determinadas horas y que todos los policías deben ser sustituidos.
Hasta hace poco, por razones que no son del caso analizar, esos grupos se identificaban ellos mismos con el oficialismo o bien eran percibidos como afectos al mismo, lo cual añade otro punto de tensión.
Independientemente de la visión que cada quien tenga, no hay duda de que muchos integrantes de esos grupos constituyen un grave problema para la seguridad personal, el libre tránsito y en general para la calidad de vida de los habitantes de las ciudades.
Para resolverlo lo primero que es necesario entender es que entre ellos hay malandros y otros que son honestos, por lo que no debemos satanizarlos como grupo, sino contribuir a separar la buena semilla de la mala.
Existen varios grupos de paramilitares oficialistas, que se dicen colectivos, que actúan impunemente extorsionando comerciantes y asesinando o hiriendo a manifestantes de la alternativa democrática, pero hay otros colectivos que hacen labor social.
Los buhoneros son en su gran mayoría ciudadanos que se dedican a esa actividad por el desempleo ocasionado por las erradas políticas del Estado en contra del sector privado. Son padres y madres de familia que trabajan de sol a sol, expuestos al matraqueo policial y a los asaltos de los malandros.
Los motorizados son ciudadanos que utilizan su vehículo como medio de trabajo o para desplazarse junto con su esposa o llevar a un hijo a la escuela. ¿Hay muchos abusadores? Claro que sí. Cualquier peatón o conductor de carro puede aseverarlo, pero no son todos. Cada día cae un policía abatido por el hampa. Sin embargo, el resto sigue cumpliendo con su deber, expuesto a que lo asesinen para robarle el arma. Evidentemente entre ellos hay delincuentes, como los hay en otros grupos de la sociedad, pero es injusto juzgar que todos lo son.
Una vez que tengamos claro que entre los colectivos, buhoneros, motorizados y policías hay malandros, pero también ciudadanos que cumplen con la ley, el siguiente paso es propiciar el deslinde entre ellos y enjuiciar a quienes violan la ley. Para eso es necesario no sólo una labor de inteligencia, sino un acercamiento a los grupos citados, ya que ellos son los principales afectados por los delincuentes que están entre sus filas.
Un escollo para esa tarea es que el oficialismo considera que los malandros son sus aliados. (Nicolás) Maduro y algunos dirigentes del PSUV, militares, jueces y fiscales se dedican a perseguir y a descalificar a estudiantes y a líderes de la alternativa democrática, en lugar de enfrentar a los delincuentes, que gradualmente se han ido imponiendo.
No estamos lejos de tener una malandrocracia, donde antes existía una democracia imperfecta. Sin duda los rojos son los principales culpables de esta situación y por ello hay que desplazarlos del poder. Evidentemente no es tarea fácil, pero hay que emprenderla porque ya no es asunto de democracia versus dictadura, sino de sobrevivencia de los ciudadanos honestos.
Como en botica: Rodríguez Torres fue destituido, pero agradece a Maduro y declara que «seguiremos haciendo revolución». ¡Qué infelices son algunos generales! Ahora los aviones de Pdvsa son para trasladar maletines con dólares, suegras y niñeras armadas de los jerarcas del régimen.
-Rafael Ramírez demostró en Pdvsa que es un planificador pirata; menos mal que ahora el régimen echó para atrás su decisión de vender CITGO.
-Felicitaciones a Tamoa Calzadilla y a Laura Weffer por el premio María Moors Cabot y a través de ellas a todos nuestros valientes periodistas.
-Nuestra solidaridad con el diputado Carlos Berrisbeitia, con quien coincidimos en que a los actuales diputados oficialistas les quedan pocos días en el Asamblea Nacional.
-La represión en contra de los presos políticos Leopoldo, Enzo, Ceballos y Lucchesse y los intentos de enjuiciar a Ledezma y a Ocariz evidencian una vez más la perversidad del régimen. Juan Carlos Caldera hizo algo impropio al aceptar dinero de Ruperti, conocido empresario rojo que debe su fortuna a negocios con Pdvsa, pero querer imputarle supuesto valimiento y legitimación de capitales es un atropello que obedece a motivos políticos. Heliodoro Quintero, su supuesto amigo, propició la entrevista y grabación. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!