Viola, viola, que algo queda…
El intento aclamatorio puesto en movimiento por el presidente de la República es tan violatorio de las normas y principios fundamentales de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que amén de atrabiliaria, insólita y desmedida, legitima una vez más la afirmación del Movimiento 2 de Diciembre, Democracia y Libertad según la cual padecemos los venezolanos al día de hoy de un gobierno de facto. Vale decir: un gobierno ilegítimo, que impone su ley por encima de los dictados de la Carta Magna por vía del capricho presidencial. Fuerza bruta. Y más nada. No le basta al presidente de la república haberse cortado una constitución a su medida. Que en el artículo 6 del título primero – de sus principios fundamentales – dispone que «el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables.» A nada más y nada menos que diez años de gobierno continuo – el gobierno más extendido en la historia de la república después de la dictadura de 27 años de Juan Vicente Gómez – ya le estorba que el gobierno de la república esté obligado constitucionalmente a ser democrático, electivo, descentralizado y sobre todo ALTERNATIVO. Bien lo quisiera autocrático, hereditario, centralizado y sobre todo vitalicio. Peor aún: tanto es el desprecio que siente por su hija pródiga, que pretende alterar dichos principios fundamentales por vía de la enmienda y de la reforma, sin considerar que ni una ni otra tienen la potestad de alterarlas, según expreso mandato constitucional. «Artículo 340: La enmienda tiene por objeto la adición o modificación de uno o varios artículos de esta Constitución, sin alterar su estructura fundamental.» «Artículo 342: La reforma constitucional tiene por objeto una revisión parcial de esta Constitución y la sustitución de una o varias de sus normas que no modifiquen la estructura y principios fundamentales del texto constitucional.» Y aún en el supuesto negado que tal modificación fuere posible, de haber sido ya rechazada en un referéndum «no podría presentarse de nuevo en un mismo período constitucional». Nada de lo que hoy intenta el presidente de la república se atiene al texto constitucional. Sólo una nueva Constituyente podría darle en el gusto. Baduel la empuja con ansias. ¿Se atreverá Hugo Chávez a convocarla? Es demasiado cobarde como para atreverse: por eso tira la piedra y esconde la mano. Enmienda habemus.