Maduro, podrido y verde, todo al mismo tiempo
Dice Nicolás Maduro, el mejor volante de la cancillería, que un editorial del sábado 20/12/2008 en el diario estadounidense Washington Post, es “la línea política que Estados Unidos le está dictando a la oposición… es una orden directa a la conducta de la oposición”. Y añade: “verán como los dirigentes de la oposición van a salir a coro a repetirlo”.
Coro? Los únicos coros que han actuado recientemente en Venezuela pertenecen a “Los Bandidos Cantores del Tribunal Supremo” y al “Orfeón Hamponil” de la Asamblea Nacional. Ambos grupos cantan incesamente: “Uh, ah, Chávez no se va”, para complacer a su amo, Hugo Chávez. Para encontrar desvergonzados, rastreros y aduladores, Maduro no tiene que ir a buscar en la oposición sino escuchar lo que dicen Carlos Escarrá, Aristóbulo Istúiz, Alfredo Toro Hardy o Francisco Arias Cárdenas.
A Maduro le hacen falta bujías nuevas si piensa que el Washington Post es dirigido por un Guillermo García Ponce cualquiera. No sabe Maduro que el Post es el periódico que hizo posible el proceso de Watergate que terminó con la presidencia de Richard Nixon, o el periódico que más ha combatido la política de George Bush en Irak. Confundir al Washington Post con Panorama, VEA o el Granma es mostrar una ignorancia sin frenos. Pero es que Maduro solo ha ido a Nueva York por breves horas, acompañando al gorila mayor y a comprar a la Quinta Avenida. Nunca ha agarrado carretera para Washington.
Maduro utiliza unas curiosas matemáticas, según las cuáles Chávez no perdió los grandes centros urbanos, industriales y políticos del país. Si Chávez ganó tan decisivamente como apunta el Cecotto de la revolución, por qué anda tan deprimido, con crisis de llanto, impidiendo a los alcaldes y gobernadores de la oposición encargarse de sus posiciones y hacer su trabajo?
Lo que dice Maduro sobre Cipriano Castro indica pobre carburación mental. He aquí lo que dijo el historiador Jorge Olavarría sobre aquél payaso indigno:
“En el caso de Cipriano Castro, lo verdaderamente asombroso fue la degradación cívica, la decadencia moral y la corrupción del sistema dentro del cual todo eso sucedió y que lo hizo posible. La leyenda de la «campaña admirable» de Castro nació de la boca de los oportunistas, cobardes y traidores que lo instalaron en la Presidencia…..sobre la consagración de esa falacia se asentaron los nueve años del gobierno cruel, tiránico y corrompido de Cipriano Castro, quien en buena hora fue apartado de él por Juan Vicente Gómez el 19 de diciembre de 1908”.
Chávez considera a Cipriano Castro un modelo digno de imitación y la verdad es que lo imita muy bien. Por su parte, Maduro necesita urgentemente un cambio de aceite.