2010, Año decisivo
Estamos en la última semana de un año que deja un balance ampliamente negativo. Ninguno de los problemas existentes está resuelto, ni en vías de solución. Al contrario, se han agravado hasta extremos insufribles por una población que se debate entre la indignación y el miedo a reaccionar contra la dictadura. A esos problemas se han agregado otros nuevos, tan graves o peores que los existentes. Después de una década de gobierno todos, antiguos y nuevos, son de la responsabilidad exclusiva y excluyente de Hugo Chávez Frías.
Lo peor es que no hay señales de corrección relativas a las negativas tendencias del presente. Bajo los esquemas actuales es imposible detenerlas o intentar exitosamente revertirlas hacia lo positivo. Todo lo contrario. Quizás lo único bueno del año que muere sea la definición clara y terminante de las intenciones ideologizadas del régimen. Con la destrucción de la república democrática, federal y descentralizada de Venezuela, queda despejado el camino para la imposición de un estado comunista a la cubana que el sátrapa implementa ante la pasiva incredulidad de algunos de los más responsables. A estas alturas las dudas y hasta el simple debate sobre la verdadera naturaleza del régimen, sólo esconden cobardía o complicidad.
Para Chávez, 2010 será el año de la consolidación de la tiranía. Para nosotros tiene que ser el año de la liberación definitiva e irreversible de Venezuela. Para impedir lo primero y lograr lo segundo, la nación tiene que definir claramente el objetivo fundamental y trabajar bajo el mayor consenso posible para alcanzarlo. Se trata de ponerle punto final a esta tragedia en el menor tiempo posible, de cambiar a este régimen por otro que impulse el renacimiento democrático y la reconstitución institucional del país. Hay quienes de buena fe piensan que esta tarea durará décadas enteras, que será una labor de varias generaciones reparar el daño mortal de esta temporada comunistoide. Opino que no será así. Esta nación sigue siendo privilegiada en sus recursos naturales y, lo que es mucho más importante, en los recursos humanos disponibles. Existen ideas, planes y proyectos concretos para empezar el trabajo hoy mismo. También las personas e instituciones capaces de impulsarlos. Para poner un solo ejemplo, allí están los institutos de educación superior y especializada, especialmente las universidades autónomas, experimentales y privadas que han resistido con dignidad y coraje el acoso gubernamental para dominarlas por la fuerza. Las autoridades, profesores, estudiantes y empleados son la mejor reserva de Venezuela. Desde allí se alimentan las verdaderas fuerzas motrices de una nación que tiene que iniciar ya el movimiento hacia la liberación nacional. Mientras más poder económico y político ha concentrado el tirano, más se ha alejado de la gente de carne y hueso. Ineficacia y corrupción a la vista, se mantiene gracias a la represión y a la violencia institucional. Se acerca el final.