De los bucaneros urbanos del régimen
Hay estudios que contrastan la brutal represión contra las anteriores manifestaciones estudiantiles, frente a la actual conducta policial casi equivalente a una diligencia de la Cruz Roja Internacional. Empero, la tragedia suele amenazar y marcar cualquier acto pacífico de inconformidad opositora.
Muy pocas son las oportunidades en las que, ante una mínima movilización protestataria, los partidarios del gobierno nacional no concurran con muestras de heroísmo prefabricado. Frecuentemente, los motorizados inician el rito de intimidación con una coreografía circular que pretende apretar la soga en la garganta de la manifestación, lanzando los artefactos lacrimógenos y exhibiendo las otras armas hasta escupir el mortal proyectil, sabiéndose que jamás los citará un temerario fiscal del Ministerio Público.
La inicial ventaja de las fuerzas represivas del chavezato, perfeccionada la ofensiva callejera y anónima de lo que dieron en llamar los círculos bolivarianos de principios de la década, reside en no aparecer en las estadísticas. Y, por muy acreditados que se encuentren en lo que también se ha denominado “inteligencia social”, con pistolas al cinto y placas que exhiben en caso de urgencia, constituyen una fuerza urbana que para la otra urgencia, la de ser descubiertos plenamente, deben cargar con la absoluta responsabilidad de la tropelía cometida.
Digamos de un contrato básico e implícito, como es el asumir las consecuencias de sus actos con olvido de la superioridad que los promueve y paga. La defensa de la revolución que auspicia las prebendas, el salario y otras dádivas, supone el riesgo de la flagrancia en nuestra hipótesis.
Hay ocasiones en las que tan curiosos agentes del orden público, resultan descubiertos hasta por la propia torpeza de sus andanzas bucaneras, aunque difícilmente pueden ser procesados. Por mucha pistola que aireen, recogida por videos y fotografías, sorprendido el sujeto infiltrado por los gendarmes de Chacao que cuidan del debido proceso, como aconteció en una protesta ante CONATEL, luego no se sabe de su suerte, acaso amonestado por la solemne pendejada de dejarse atrapar.
Además, la cláusula tácita y verbal subraya otro elemento: la cobardía personal y el posible chantaje, pues de sufrir un instante de franqueza por el peso de la consciencia, pueden sufrir los terceros familiares o amigos. No hay otra explicación a la situación vivida por Richard Blanco: el agente policial que él protegió con su propia humanidad, descubierto en medio de la exaltación opositora de calle, es tan absolutamente cobarde que calla las circunstancias que evidenció el video hasta el hartazgo.
Un estudiante tachirense, con el absoluto derecho de protestar ante las arremetidas y mentiras del poder central, recientemente ha perdido la vida gracias a los bucaneros del chavezato que pronta y ciegamente ejercen la represión. Y estos, más por necesidad que por convicción, cumplen una faceta que – inevitablemente – acelera la descomposición del régimen, tan engreído por una fórmula que tarde o temprano se revertirá.
Imposible continuar con procedimientos tan alevosos, sin que los promotores desciendan al infierno mismo de su propia degradación. Es la conclusión a la que arribamos Doña Filo y el suscrito, después de conocerse la trágica noticia del estado Táchira.
COLETILLA: Eduardo Frei Montalva, fue envenenado. El juez Alejandro Madrid ha decretado la detención de seis personas, responsabilizándolas por el envenenamiento del ex – mandatario chileno. No asombra tamaño acontecimiento, metido Frei Montalva en el hocico de la oprobiosa dictadura de Pinochet, contra la cual luchó víctima también de la denostación y descalificación personal.