La guerra de Chávez
El presidente Chávez llama a las Fuerzas Armadas y al pueblo venezolano, en general, a prepararse para la guerra con Colombia y ordena el envío de 15.000 soldados a la frontera. Después de las inmediatas y negativas reacciones nacionales e internacionales, “dijo que donde dijo digo, dijo Diego” y que la verdadera amenaza de guerra era contra Venezuela, por la presencia de tropas norteamericanas en las bases colombianas. La cancillería venezolana, en un comunicado oficial, afirma: “… ha quedado demostrado que el acuerdo que oficializa la ocupación militar estadounidense de Colombia, tiene por objetivo proyectar la dominación estratégica del imperio sobre Suramérica, permitiendo operaciones militares de amplio espectro en toda la región.”
Considero que Colombia manejó mal, desde el inicio, el tema del acuerdo sobre la utilización parcial de siete de sus bases, por parte de Estados Unidos, dada la justificada sensibilidad latinoamericana, en relación con la intervención militar norteamericana en la región. Debería haber informado, antes y mejor, sobre el contenido y alcance del acuerdo. Sin embargo, la reacción del gobierno venezolano es simplemente un insulto a la inteligencia. Decir que este acuerdo, simple ampliación de lo previsto en el Plan Colombia, por el cual los 250 asesores militares actuales pueden ser aumentados a 800, apoyados por 600 contratistas civiles, “oficializa la ocupación militar estadounidense de Colombia y tiene por objetivo proyectar la dominación estratégica del imperio sobre Suramérica” es una “solemne estupidez”, como diría el gran Talleyrand. Si los Estados Unidos quisieran invadir a Venezuela, no tendrían ninguna necesidad de las bases colombianas. La IV flota y las bases ya existentes en el Caribe serían suficientes. La ocupación de Panamá, para arrestar al narcodictador Noriega en 1989, no necesitó de bases en Colombia, ni en Costa Rica. Además, Estados Unidos ya cuenta, desde hace mucho tiempo, con las bases en Aruba y Curacao, dos verdaderos portaviones “anclados” a pocas millas de las costas venezolanas. El lector debería preguntarse:¿ Porqué, si las bases norteamericanas son tan peligrosas, además de estas bases en las Antillas, las bases de Manta en Ecuador y la de Palmerola en Honduras no han despertado, ni despiertan ninguna inquietud manifiesta entre los vecinos?
La verdad es otra, Chávez, en su megalomanía ideologizada, tiene un evidente proyecto de expansión del ALBA y el actual gobierno de Colombia ha sido el obstáculo fundamental para el proyecto, en la región andina, y el apoyo a las FARC ha sido uno de los instrumentos para debilitar y, posiblemente, “superar” el obstáculo. El aumento de la ayuda norteamericana, particularmente en el área tecnológica, resultará en un ulterior debilitamiento de las FARC. Además, es evidente que Chávez, preocupado por la creciente baja en su popularidad, piensa que la crisis con Colombia puede servirle como maniobra de distracción, para fomentar el “patrioterismo” anticolombiano alrededor del gobierno y quizás convertirse en una excusa para poder declarar los estados fronterizos, zonas de seguridad nacional, militarizarlos y terminar de confiscar las funciones de los gobernadores de oposición en esas regiones.
A la comunidad democrática internacional, le recuerdo: “Vigilia pretium libertatis” (La vigilancia es el precio de la libertad).