Caudillismo o Descentralización
Conviene recordarles a los lectores que Venezuela ha pasado en sus últimos cincuenta años de vida democrática por un proceso continuo de centralización, descentralización y recentralización. Es decir, en algo más de medio siglo el Estado ha experimentado tres formatos de organización del poder y de las competencias de las regiones o localidades.
Una primera etapa (1961-1988) ocurre contraviniendo la propia Constitución de la República de Venezuela de 1961 que afirmaba el espíritu Federal, cuando en realidad ocurría lo contrario, no sólo los gobernadores se colocaban a dedo sino todas las decisiones emanaban de la capital, de allí el viejo adagio Caracas es Caracas lo demás es monte y culebra.
Sin embargo, Venezuela conoció una segunda etapa interesante de modernización, logros y desarrollo para las regiones, como fue la descentralización político administrativa (1989-1999) basada fundamentalmente sobre transferencias de poder, competencias y decisiones de instancias centrales a instancias locales. Muchas regiones dieron en esta etapa un salto cualitativo en su ornato, calidad de vida, infraestructura, salud, educación, deporte, ciencia y tecnología, industrias y demás. Estados como Mérida, Carabobo, Bolívar, Miranda o Zulia cambiaron para bien justamente y en parte por el trabajo de sus gobernadores y alcaldes.
La descentralización político administrativa fue un proceso y experiencia que permitió oxigenar a la democracia en Venezuela. Justamente cuando el país comenzaba a manifestar un cierto cansancio de sus partidos y liderazgos tradicionales. En esta época surgieron al calor de la descentralización nuevas gestiones, liderazgos y partidos como fue el caso de Causa Radical en Bolívar, Primero Justicia en Miranda, Proyecto Venezuela en Carabobo y Un Nuevo Tiempo en el Zulia por señalar solo algunos casos exitosos.
Posterior a una década de logros y crecimiento de las regiones. Venezuela observaría un proceso regresivo. Una tercera etapa de organización y distribución funcional y espacial del Estado venezolano es la registrada con la llegada del presidente Chávez al poder, conocida como una etapa de recentralización político administrativa (1999-2009), donde no sólo se han modificado el FIDES y LAES, sino se retienen recursos a las regiones (gobernaciones y alcaldes) de parte del gobierno central, se crean figuras, poderes e instancias paralelas, no electas y no contempladas en la Constitución Bolivariana de Venezuela.
Hay que ser muy miope por no decir ciego para desconocer los logros y avances que las regiones dieron a partir de la descentralización política administrativa. No hay la menor duda que pudiesen encontrase algunas fallas pero los aspectos positivos y los logros son por doquier superiores a cualquier distorsión registrada. Los países exitosos son justamente aquellos donde el poder esta descentralizado y es compartido, donde sus autoridades son electas y además son controladas por el Estado y por los ciudadanos.
Venezuela debe mirarse en los casos exitosos que hay en la región latinoamericana o europea. No tiene sentido imitar estilos y fisonomías del países que han retrocedido en materia de transferencia de competencias, calidad de vida, servicios públicos y otros, peor aún, si el capricho por desconocer autoridades, gestiones y poderes locales tan o más legítimos que el propio mandato del presidente Chávez obedece a un criterio de parcialidad política según el cual si eres de mi partido (PSUV) te doy todo si eres contrario ni agua. Mérida por ejemplo tuvo un lujo de gobernador en seis años (1989-1995), producto de la descentralización político administrativa que permitió la gestión exitosa de Jesús Rondón Nucete que por los vientos que soplan no será superada dado la falta de visión, equipos de trabajo, probidad y disciplina.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail:
