¿Les sigues creyendo, pana?
Nunca pensé que llegaría a extrañar a Chávez. Pero lo hago cada vez que escucho a Maduro: gris, sin ningún atisbo de originalidad, tan aburrido como muñeco de ventrílocuo (con el perdón de los muñecos de ventrílocuo). También me aburre Diosdado Cabello, pero menos que Maduro. Será porque aunque trata de ser igualmente obsecuente, se le ven las costuras.
La principal fortaleza de Chávez radica en su impresionante capacidad para comunicar. No hay quien comunique como él. Pero encima de eso, se propuso ( con rotundo éxito) a comerse a sus posibles “hijos” para cuidarse de que no le quitaran el poder o de que no le hicieran sombra. Y lo logró. Ahora sus sustitutos, voceros o suplentes no son más que, como diría el poeta Juan de Dios Peza, “breves mascaradas”.
Chávez dice las cosas con convicción. Yo no sé si realmente se las cree, pero pareciera que sí. Por eso la gente también le cree. Hace algún tiempo leí un estudio sicológico sobre la mentira que aseveraba que la gente tiende a creer más las mentiras mientras mayores éstas sean. Es un arma de los mitómanos y de los inescrupulosos. Goebbels, para citar un ejemplo, usó este principio. Echaba mano de lo que llamaba la “propaganda negra” para divulgar las mentiras: “la propaganda negra debe ser empleada con preferencia a la blanca cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables”, decía. Por “propaganda negra” se entiende aquel material cuya fuente queda oculta para la audiencia y el medio más expedito es el rumor… ¿suena conocido, verdad? Se asegura algo de alguien o de algunos, no se ofrecen pruebas, pero se repite, se repite y se repite hasta que finalmente se convierte en “verdad”. Y si el asunto viene aderezado de temas como la sangre, el sexo o el dinero, mejor.
En 2007, cuando Chávez anunció la reforma monetaria que creó al débil bolívar fuerte, dijo que “permitiría mayor eficiencia en el sistema de pago, consolidaría la moneda, produciría efectos psicológicos positivos y reduciría la inflación a un dígito”. Me imagino que eso se lo habrá soplado Giordani, el artífice de los fracasos más estrepitosos de la historia económica venezolana. Y añadió: “Venezuela tiene una economía fuerte como pocas en el planeta”. (¿Ven a lo que me refiero con las mentirotas?)
No dudo que en 2007 hubiera gente que se comiera el cuento. Pero hoy, con las reservas diezmadas, el oro “repatriado” (¿y quizás hasta fuera de las bóvedas del Banco Central?), con una inflación galopante y una escasez cubana… ¿quién puede creerlo?
Ningún país que devalúa su moneda lo hace “para que los dólares no se vayan a las cuentas de la derecha corrupta ni a las transnacionales”, como aseguró Maduro. Lo hace porque su economía está débil. Si aquí hubiera medidas económicas coherentes, prudentes y sobre todo racionales, esa derecha y esas trasnacionales de las que habla Maduro estarían repatriando e invirtiendo capitales, no yéndose del país y enriqueciendo a otros países mientras ellos se enriquecen. La verdad es que las versiones de Chávez, más exageradas, mentirosas y rocambolescas, al menos eran más divertidas.
Pero hablando de cuentos, Maduro aseguró que estamos bien porque tenemos un satélite. “Solo (podíamos tener uno) con un gobierno revolucionario y socialista”. Como si el satélite nos fuera a dar de comer. Pero parece que el cuento del satélite llena a quienes con hambre y desempleo se restean con Chávez. Sin embargo, pienso que sería estupendo que Chávez cuando vuelva a decidir sobre algo, destituya a Maduro y a Cabello y nombre a unos pemones. Esos sí que no comen cuento.
Pero los chavistas siguen comiéndoselos: una muy enfurecida me dijo por el Twitter el día de la devaluación: “tu si eres galla cual paquetazo o no sabes lo q es un paquetazo neoriberal yo te digo caprils ubiese liberado el dolar y ls precio” (sic).
Ahora creen lo de las fotos del Granma… ¿qué será lo divertido que ven? Y si está tan rozagante, gordito y reído ¿por qué no viene?
Chavista: yo sé que te enseñaron unas fotos, pero… ¿les sigues creyendo, pana?