Ramírez es mi héroe
Hace rato que dejé de creer en Superman, cuando caí en cuenta que una piedra roja le quitaba sus poderes y también hace rato que detecté la oscura relación que existe entre Batman y Robin, quienes dejaron de ser mis héroes hace algunos lustros.
Un héroe tiene que ganarse el puesto, tiene que hacer meritos para lograrlo y eso implica un trabajo duro y sostenido todos los días para merecer ese honorífico titulo. A poquísimas personas le he conferido el privilegio de ser mi héroe, ésta vez, se lo ganó Rafael Ramírez, nuestro flamante ministro de la energía, de los negros petróleos de la energía gaseosa y hasta hace una semana, también el responsable de la producción de nuestro fluido eléctrico
Hay que ser brillante para sostenerse en un lugar a punta de promesas. Ramírez es un gran vendedor de sueños de futuro y en eso, se parece mucho al comandante. Tal vez el gran secreto para mantenerse en su puesto es la habilidad para mimetizarse con el que te conté. Este es el gran ministro que nos prometió ayer -hace menos de un día- que nuestra producción petrolera llegaría a más de seis millones de barriles diarios en 2021, gracias a la faja del Orinoco. También sigue refiriendo la producción actual en más de tres millones de barriles, aunque todas las agencias internacionales, que monitorean la producción señalan hace largo tiempo una producción de dos millones trescientos mil barriles. Es que es un mago de la consistencia. Mentir requiere de estilo y eso le sobra a mi héroe.
Mi héroe, es el mismísimo propulsor del concepto de sembrar el petróleo, una versión moderna de la idea original del finado Don Arturo Uslar Pietri. Anuncios de proyectos que jamás comienzan y que forman parte de un cartapacio de sueños que arrugarían cualquier corazoncito desprevenido. De todos los grandes proyectos del plan que nos mostró en dos mil cinco, ni uno, ni siquiera uno de ellos se ha concluido. A mi héroe lo bajarán de su sitio en cualquier momento, pero jamás le podrán quitar el titulo de haber acabado con la industria petrolera, que nos tomo décadas construir -en menos de siete años- todo un record que recordaremos por los próximos dos siglos.
Ramírez también será recordado como un gran vendedor de bonos de deuda. Capacidad única para convertir en verdes frescos una industria que se cae a pedazos y luego hacer la magia de desaparecerlos, sin mayores explicaciones. Ésta magia es solo comparable a su capacidad para expropiar a otros sin pagarles nada a cambio, lo cual ha generado un pasivo en la industria, que terminaremos pagando a precios imposibles. Las deudas reclamadas por las transnacionales, por motivo de la nacionalización y la ruptura de contratos, rondan los veinte mil millones de dólares, más de la mitad de las reservas del país.
Anoche escuche al comandante recomendarnos ir al baño con una linterna, para ahorrar la energía que no producimos por imprevisión de este gobierno. Cuando lo escuché, pensaba en cómo Ramírez hubiese vendido esa idea y me vino la mente aquello de: “Somos dojos …dojitos, hasta con la luces apagadas. Nunca olvidaré ese acento “frenado” y esa capacidad para vender promesas y no lograr producir un solo kilowatio o poner en marcha un proyecto. Ramírez es mi héroe.