A veces si, a veces no
El régimen baila a distintos ritmos. Las cosas las ven y las interpretan como quieren, acorde con sus perversos intereses. Hablan de democracia y libertades, a la vez que atropellan a los ciudadanos que se oponen; hablan de justicia y aplican la injusticia; hablan de progreso y retroceden en todo, la electricidad, el agua, los servicios, un buen ejemplo que nos remite al pasado.
Adentro las contradicciones son muchas, el resultado, la perdida continua de credibilidad y de popularidad de Chávez. Afuera, el régimen bolivariano lleva a cabo una acción internacional que por su forma y fines no constituye una verdadera política exterior de Estado por, simplemente, no responder a los intereses nacionales.
La acción externa bolivariana tiene algunos elementos constitutivos bien identificados, entre los cuales, la intromisión en los asuntos internos de los demás países y la confrontación.Una de las expresiones más torcidas por los bolivarianos se relaciona con un principio fundamental del derecho y de las relaciones internacionales: el principio de no injerencia en los asuntos internos de los demás países, un principio de origen consuetudinario, aceptado universalmente, definido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Carta de la OEA, referido en numerosos textos internacionales (Declaración de Manila, de 1970), también recogido y precisado por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en su Decisión de 1986 que favorecio a Nicaragua (Caso de las Actividades Militares Paramilitares).
El régimen bolivariano y sus socios externos, Correa, Morales, Ortega, incluido el mediocre Secretario General de la OEA, el chileno Insulza, lo interpretan a su manera, incurriendo en contradicciones muy graves, para satisfacer sus ilegitimas pretensiones expansionistas. Así, mientras los bolivarianos rechazan el intervencionismo en algunos países de la región, alusión directa al imperio, intervienen descaradamente en los asuntos internos de Paraguay, Chile, Argentina, Nicaragua, Bolivia, entre otros; algunas veces con el consentimiento de los gobiernos, otras veces en contra de las instituciones, casos de Honduras, México, Brasil, Costa Rica, Colombia y Perú.
Acusar a la “derecha” paraguaya de fraguar un golpe en contra de Lugo no es injerencia; tampoco lo es anunciar el caos en caso de la victoria de la derecha en Argentina y en Chile. Menos aun seria consentir la presencia en el pais de grupos terroristas que desestabilizan al gobierno colombiano; crear bases de paz, ficción sin sentido de naturaleza exclusivamente intervencionista, caso de Costa Rica o apoyar movimientos políticos de oposición, en muchos casos desestabilizadores, tampoco es intervenir en los asuntos internos de lo demas paises.
Nicaragua sufrió una agresión externa en la década de los 80 y la CIJ decidio a su favor condenando la violacion del principio. Hoy, contradictoriamente, Ortega facilita el territorio nacional para agredir al Estado de Honduras. Ayer fue injerencia, hoy no lo es.
Las contradicciones albistas abundan tambien en el espacio multilateral. Así, el tambien reeleccionistas Secretario de la OEA critica la violacion del principio y apoya la autodeterminación de los pueblos, pero condena a Honduras y desconoce su autodeterminacion, le asedia con plazos y con misiones de derechos humanos, las mismas que estan impedidas de venir a Venezuela.
Para los chavistas, paradojicamente,las resoluciones del Senado español, del Parlamento europeo, de los Congresos de Brasil y de Paraguay; de la dirigencia política opositora de Nicaragua, España, Brasil, Paraguay, Argentina, Francia, entre otros, para defender los derechos humanos y las libertades fundamentales de los venezolanos, constituyen injerencia en los asuntos internos de Venezuela.
Las contradicciones, el doble rasero, las mentiras, el fracaso han hundido al chavismo adentro y afuera. A veces si, a veces también.