El Nobel que perdió Chávez
Se ha popularizado la tesis sobre si acaso no le convino a la “diplomacia imperial” de USA, bajo G.W Bush o de Barack Obama, que Chávez despliegue su política intervencionista en América Latina, como J. Kennedy pactó y se resignó a la de Fidel Castro, a principios de los años sesenta.
Para muchos “analistas” EEUU estaría sencillamente apelando al viejo expediente que aprendamos, bajo chantaje, en cabeza propia lo que cuestan las libertades, para que las defendamos con mayor vehemencia, incluso llevando a extirpar del Estado las malas hierbas del proteccionismo empobrecedor, la corrupción generalizada y la soberbia de liderazgos populistas y militaristas.
Lo paradójico es que esto también estaría desmentido por la improvisada y alcahuete postura contra el gobierno legítimo de Roberto Micheletti en Honduras, donde quedaron enredados al lado de Chávez, en sus contradicciones propias de ilusos o cínicos, los del State Department de la Hilary Clinton.
De manera que más nos vale concebir nosotros diagnósticos generados con variables más complejas, como las visibles de líneas resultantes de acciones heredadas y acumulativas, de un sin número de disparates y grandes aciertos, a lo largo de décadas de aprendizaje de esa gran potencia, en su ejercicio de hegemonía mundial desde la segunda Guerra y súbitamente sobredimensionada en su rol, a la caída del imperio Soviético y la conversión China a la economía de mercado.
Así todas estas sean reflexiones tentativas, de todas maneras habría que explicarse, porqué bajo la corta Presidencia de Barack Obama se multiplican los signos de contubernio, o mínimo de complacencia, con ese “lenguaje de vergüenzas de ser superpotencia” de vuelta a la Casa Blanca y que premonitoriamente ya mereció el Nobel de la Paz para Obama, para jubilo de Fidel: quien sostiene que ese premio amarra al yanqui, que puede por fin aflojar ante su tiranía, luego de 50 años de bloqueo comercial y para calentera y despecho de Chávez, quien anduvo buscando ese premio y gastó millones de dólares de nuestros reales, en la promoción de la candidatura de la colombiana Pilar Córdova, agente suya y de las FARC.
Como es notorio, esta Senadora es una ficha compartida del Mono Jojoy y Chávez. Ella tiene en común con estos traficar políticamente con la desgracia de las víctimas de las FARC. Su verbo de alcahueta de los bandoleros se expresa fehacientemente al llamar “retenidos” a los más de mil inocentes infelices, muchos de ellos simples anónimos, sometidos por la narco guerrilla a la tortura de una prisión sin fin, manteniéndolos secuestrados en las selvas colombianas, en el mayor ejercicio de sadismo de gánsteres.
La verdad que lo del Premio Nobel para Obama no me da ni frio ni calor, pero hubiera sido un verdadero desastre político, de muy nocivas consecuencias, que a esos suecos y noruegos despistados, se le hubiera ocurrido premiar la política injerencista de Chávez hacia Colombia, por vía de dar un reconocimiento, que dura décadas, a una agente de la narcoguerrilla y portavoz de una agresiva política contra el gobierno de Uribe, respetado por el 90 % de los colombianos, sin preguntarnos a nosotros que lo elegiríamos sin reparos para presidente de aquí también, si ello fuese posible.
Mientras celebramos que no se lo dieron, restándole una ventaja a Chávez, de las tantas que ya tiene para tratar de joder a nuestro vecino, cavilemos sobre ese tema peludo de que nos reserva el destino con este Carter reencauchado que dirige improvisadamente al “imperio”.
Si alguien quiere una prueba fehaciente de lo grave que es para USA la existencia de las narco- guerrillas colombianas, que le zampa toneladas de droga diariamente a su territorio, con la complicidad abierta, encubierta, o alcahueta del gobierno chavista, allí está lo de las 7 bases, ya proyectadas antes de Obama, con pertrechos de equipos, aviones, radares y personal adiestrado en lo más ultra moderno del espionaje satelital y aéreo, que pondrán en graves apuros y riesgos a los correos y grandes mulas del narco tráfico y el narco lavado, hasta ahora volátiles con uniforme o investidos de autoridad o bajo manto impunidad en Venezuela.
En lo de las bases en Colombia, contra las que chilla Chávez como su peor pesadilla, tenemos entonces una de esas variables, que ni siquiera Obama controla, porque para el ESTADO norteamericano es una cuestión de seguridad interior el que por lo menos disminuya drásticamente ese narcotráfico, defendido o alcahueteado por Pilar Córdoba, la novel frustrada y por Chávez, el principal agente político de la subversión en Colombia.
El colmo hubiera sido darle el Nobel a las FARC y Chávez por vía de la ambiciosa de cráneo tapado…