¿Dónde están los militares?
Y comenzaron las clases. El país sigue adelante volando todas las decisiones tomadas por su gente. A duras penas los alcaldes de la oposición se las arreglan para sobrevivir entre reclamos y lamentos, siguen los presos políticos, los exilados, los que están en las cárceles se pudren en la ilegalidad y el atropello de un gobierno que trabaja como ave de rapiña con la rapiña como ley.
Se habla de las elecciones parlamentarias que podrán “darse” si le da la gana a Chávez buscando oxígeno para respirar. Las denuncias contra los corruptos con pruebas y evidencias sustentables chocan contra el hermetismo oficial y la complacencia del flamante Contralor General que haría morir otra vez a Luis Beltrán Prieto Figueroa de la vergüenza. Y Chávez sigue bufoneando en un turismo político y armamentista jamás visto. Y uno se pregunta, ¿dónde están los militares de este país? ¿Dónde la vergüenza? ¿Dónde el honor? . La inmoralidad de Chávez sólo puede ser comparada con la complicidad de los pseudo demócratas de este pobre Continente ignorante y confundido. La arremetida tiránica contra los medios de comunicación desde el Norte hasta el Sur, es impresionante. No les conviene que se conozcan sus debilidades y fechorías. Se medio salvan los países que aún pueden decir que sus instituciones funcionan. Argentina, que abrió los ojos a tiempo, exige que la nueva Ley de Medios espere la toma de posesión del nuevo Congreso, sus fuerzas de seguridad allanan “El Clarín” y Kirchner se ve obligado a rechazar la acción. En Venezuela Radio Caracas Tv y Globovisión se fajan solos contra el poder pero ya en esta ocasión del temblor, la granizada y las lluvias tormentosas, se sintió la presión. Globovisión tuvo que esperar que se manifestaran los ministros, para informar después. Y uno sentía que se ahogaba pensando en todo lo que nunca se sabrá pero sigue pasando carcomiendo el alma de Venezuela.
No es posible tanto abuso. No se necesitan armas rusas ni chinas ni iraníes para acabar con Venezuela. Esta no es una lucha de ideas sino de principios. La indecencia y la perversidad no pueden triunfar sobre la verdad y la razón. La oposición no tiene miedo a pesar de todas las atrocidades contra sus estudiantes, sus periodistas, sus hombres de bien. Pero no puede descansar. No podemos ver con naturalidad un estudiante como Rivas llevado a una cárcel de alta peligrosidad, un muchacho sentenciado por una jueza de 29 años que estoy segura no conoce, no tiene idea del significado de esa orden canalla que obedeció. Ni podemos resignarnos ante la inseguridad que arrebata seres queridos todos los días, que en la morgue donde ya no caben más cuerpos, se instale una televisión en su sala de espera para que los deudos se distraigan durante el tiempo que les lleve la entrega de su cadáver. Esto no es Venezuela. Esto es Chávez. Esta es la Venezuela de Chávez. La que no quieren ver Lula y los socios de esta “piñata” llamada Venezuela.