Opinión Nacional

Es hora de cambiar

Una autocracia militarista con tendencias totalitarias al estilo cubano asfixia al país, lo conduce hacia una involución histórica que lo retrotrae al siglo XIX, a la época cuando la lucha por la libertad, la democracia, la paz y el progreso se simbolizaron en las revoluciones norteamericana y francesa. Estamos en presencia de una suerte de monarquía de alpargatas y 28 millones de venezolanos y venezolanas sometidos a los caprichos y humores de un caudillo militar de los tantos que registra nuestra historia.

Son cerca de once años de fracasos en todos los órdenes. Se desplomaron muchas esperanzas. Crece el descontento, se establece un divorcio de la mayor parte del país con lo que está haciendo Chávez. La autocracia tomando el camino del totalitarismo, del dominio de todas las instituciones, del despilfarro de una masa de dinero impresionante, demuestra día a día su incapacidad para gobernar, para administrar. Tenemos un mandón al frente del Estado. Que, además, alinea a Venezuela al lado de lo más retrógrado, del mundo. A quienes nos acusan que andamos con la derecha no les causa ni siquiera rubor ver al mandón pasearse muy orondo con dictadores que son condenados por las naciones civilizadas. Nos involucra en conflictos que no nos pertenecen, firmando acuerdos de papel (¿cuántos son, qué son, a quiénes le rinde cuentas?
Destruidos el aparato productivo y nuestra moneda (en la frontera con Colombia se necesitan cuatro bolívares para comprar un peso); se destruyen nuestras Instituciones, se sepulta la Constitución, se establece la ley de la selva como medio represivo y fundamentalista de una camarilla militar con mujiquitas a su servicio.

El autócrata apela a la represión. Es minoría. Renace un movimiento de una fuerza indiscutible que plantea sin esguinces las exigencias del momento: vivir en paz al amparo de la Constitución, una economía mixta con la conjunción de la inversión estatal con la privada nacional y extranjera; justicia social para la inmensa mayoría de los sectores pobres (Chávez no cree en la justicia social, él lo que tiene es un vulgar clientelismo político: te ayudo si te pones una camisa roja); libertad de expresión, respeto a los derechos sociales de los trabajadores: libertad sindical, derecho a la contratación, derecho de huelga, prestaciones sociales, entre otras. Paz, convivencia, respeto a la disidencia, a las minorías, a los resultados electorales, elecciones libres sin la mácula de la utilización de los recursos del Estado a favor del mandón. Vivir en paz, sin estrés, que la lucha transcurra dentro de normas establecidas. Con Instituciones a las cuales acudir. En una palabra: la más amplia democracia y libertad e independencia. Esos son grandes objetivos que serán conquistados mediante la más amplia unidad y formar un gobierno de unidad en el post chavismo. Una unidad que no sea solamente electoral sino para gobernar. Es el reencuentro de los venezolanos y venezolanas, desterrar los odios, la intolerancia, el fanatismo. Comenzar a vivir una nueva etapa de nuestra vida republicana. Y de esta manera restablecer la armonía con nuestros vecinos, con el mundo.

Esto es posible conquistarlo. Prepararse desde ya para infligirle la primera gran derrota el 2010 premonitoria de la derrota del 2012. El 70 por ciento de los encuestados señala que Chávez debe llegar hasta ese año. La unidad de los partidos con la sociedad civil, escoger el método de selección de candidatos únicos para todas las circunscripciones, una dirección política única y a vencer. Lo que suceda en el camino: las luchas sociales, entre otras, estimularlas, respaldarlas. Jamás confiscarlas.

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