La guerra de rumores del castrochavismo
No es un fenómeno nuevo en Venezuela. De hecho, es tan viejo como la historia de El Dorado; solo que en estos tiempos de G-2 cubano, inteligencia cubana, penetración cubana, injerencia cubana y real mando cubano, los rumores se han exacerbado al punto de que ya no es posible diferenciar un rumor de una realidad. Es la regla y la información veraz es la excepción.
Hay materias preferidas por los castrochavistas para ejercer su gran pericia en la manipulación y la confusión, como la económica o la política: pero es con el cáncer de Chávez donde han exhibido todo el poder de la mentira como forma de gobierno. Crearon el rumor, después de quebrar al gobierno venezolano sacándole toda la plata posible, de que no era posible una devaluación, pues la economía de Chávez, Giordani y Merentes era más solidada que la de Estados Unidos, que el capitalismo estaba quebrado y que, además, aquí no entraba ni coquito. Tremendo rumor. Todos sabrosos por esas calles, menos los economistas, los expertos y los medios. Los chavistas de la cúpula y los acomodados en lo suyo, comprando camionetotas, propiedades afuera y viajando como locos. Los demás agarren lo suyo. Devaluación de casi el 50%, una deuda mortal de más de 220 mil millones de dólares y, así por encimita, una pérdida de más de la mitad del poder adquisitivo de los venezolanos en una noche previa al Carnaval.
En la política interna los Castro han hecho de la injerencia una fiesta patronal. Inventan magnicidios, invasiones, guerras y hasta juicios contra inocentes. La clave de los Castro es el engaño y chupar. Para parásitos y vividores lo que les sobra es historia. Por eso el estilacho del chavismo local es muy cubano. Tiene ese hedor a manipulación, esa sombra pavosa de personalismo exagerado, ese tumbao que revela su satrapía apenas se ve un afiche o se escucha un discursito. Basta escuchar a Maduro agrediendo a la «derecha corrupta» para casi sentirse en La Habana.
Pero es con la enfermedad de Chávez que el castrochavismo ha usado todas sus turbinas. Desde esconderlo en 2012, lanzarlo en cadena confesando la primera operación, declararlo curado varias veces, meterlo en una campaña electoral suicida, darle poderosos paquetes de medicamentos para mantenerlo en pie. Hasta un afamado médico cercano al chavismo tuvo que salir del país por decir la verdad. De allí que ahora mismo exista la certeza de que lo que está ocurriendo es grave. Que la verdad es otra a la que dice Maduro. Que cada vez que habla Villegas, Maduro, Jaua o Cabello está lanzando los mensajes dictados desde Cuba como parte de la estrategia de engañar a todo un país.
Siempre están bajo sospecha.