Los números
Dentro del elenco de avances fundamentales de la civilización del hombre encontramos que la aparición del concepto de “número” es fundamental. Los números nos permitieron contar, poner una perspectiva comparativa a las actuaciones del hombre y darle prioridad y dimensión a la existencia de sucesos naturales o generados por el hombre y su civilización.
El personaje que sugirió la aparición del concepto “número” fue El Creador al colocar en nuestra anatomía el primer método de contabilidad, los dedos. Eso le permitió al poeta cumanés Andrés Eloy Blanco crear aquellos maravillosos versos de la Loca Luz Caraballo: “Los deditos de tus manos,/ los deditos de tus pies,/ uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,/ siete, ocho, nueve y diez”. El maravilloso bardo no hizo otra cosa diferente que hacer una crónica de lo que Dios había creado.
La historia cuenta que las civilizaciones más antiguas comenzaron a utilizar la numeración desde muy temprano. Se habla de decenas de miles de años de su uso. Pero hubo necesidad de esperar hasta unos trescientos años antes de la venida de El Señor para que surgiera el concepto del “cero”, número que en esencia representa la ausencia de valor pero que es el eslabón que permite darle a los números su dimensión infinita.
Capítulos brillantes del desarrollo humano están asociados con los pasos dados por los grandes matemáticos de la historia y las ciencias aplicadas han establecido teorías y conceptos que hacen posible los avances de la civilización. Así aparecen las actividades conexas con las matemáticas: los contadores, los ingenieros, los estadísticos, recientemente los economistas y tantas otras profesiones que le dan dimensión y contabilidad (en su acepción más amplia) a las actuaciones del hombre.
Pero también han surgido mercenarios de los números, enemigos de la civilización, delincuentes de la técnica, abusadores de sus funciones y de sus designios. Queremos referirnos a quienes, apartados de la ética, hacen uso indebido de los recursos de que disponen.
En la Venezuela del renacer democrático que se intentó a la muerte del general Gómez, era maravillosa que condujeron los civilistas militares (casi un oxímoron) Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, surgieron instituciones fundamentales para el desarrollo del país. Entre ellas y al comienzo de la lista de importancia surge el Banco Central de Venezuela que promovieron aquellos hombres fundamentales, verdaderos ciudadanos, que bajo la dirección de Simón R. Egaña, desarrollaron la idea que le dio forma al primer banco regulador de las actividades económicas y monetarias de la nación.
Instrumento fundamental del desarrollo de un país es la implantación de métodos de medición y comparación de los fenómenos económicos y sociales de la nación. El Banco Central de Venezuela, durante casi toda su existencia, ha sido paladín de los controles estadísticos de la nación.
Hoy, en esta Venezuela agredida por un régimen que nos destruye, tenemos al servicio de esta dictadura del siglo XXI a dos o tres organizaciones que, traicionando los principios fundamentales de la ética, desvían los conceptos y los métodos de medición para acomodar los resultados a los deseos de Miraflores. Estamos claros de que la ética de esta mal llamada revolución es muy distinta a la que Venezuela ha apreciado, pero los personeros que gobiernan esas instituciones, Banco Central de Venezuela, Instituto Nacional de Embustes (perdón, quisimos decir de Estadísticas) y los cambiantes de nombre, ministerios sucesores del mal llamado Ministerio de Fomento, se han encargado de envilecer sus actuaciones y plagar de mal llamados errores, el tratamiento numérico de los sucesos nacionales. Así actúan las dictaduras modernas.
Pensamos que a pesar de las aberraciones que se están cometiendo, en nuestro país no se está haciendo nada distinto a lo que los fariseos de la información implantaron en la Argentina peronista o en otras latitudes sometidas de la Europa de la anterior conflagración mundial.
La honestidad, esa característica fundamental que cada día es más escasa, debería ser revisada por cada quien al comienzo de su día de labores y el espejo de su casa es el mejor inquisidor del desempeño del ciudadano. Perdónennos por dedicar vuestro tiempo y este valioso espacio a disquisiciones morales que parecen abandonadas en esta descuadernada nación.